OPINIóN
Actualizado 13/05/2024 06:42:03
María Jesús Sánchez Oliva

Estos días, Patricia Ramírez, madre del niño Gabriel Cruz, secuestrado y asesinado por la expareja de su padre en marzo de 2018, anuncia querellas para frenar el documental sobre los terribles hechos que parece se está grabando en la cárcel donde permanece la asesina. ¿Puede haber negocio más sucio que este? Porque estos documentales se hacen para ganar dinero, no para remediar nada. Y se sospecha que la asesina tiene que ver en ello.

Todos recordamos con horror aquellos días en los que Almería y España entera estuvo en vilo ante la desaparición del pequeño Gabriel y sintió el fatal desenlace como pocas veces se siente. Ninguna sensibilidad hay que tener para no entender que Patricia, la madre, aunque viva murió con su hijo, porque ni los jueces, ni los sicólogos, ni los médicos, podrán devolverle la vida. Estas heridas no las cierra el tiempo y el único alivio es que nadie hurgue en ellas, algo que Patricia, por obra y gracia de los miserables que gustan vivir del dolor ajeno, no ha podido evitar. De momento ha tenido que pedir ayuda al ministerio correspondiente, convocar manifestaciones, hacer declaraciones en los medios de comunicación y Dios quiera que no tenga que llegar a los tribunales, porque en este país nuestro, cualquier productora sin escrúpulos, puede tener más derechos que una ciudadana que solo quiere vivir con su dolor a solas.

Digo esto porque no es la primera vez que se graban documentales sobre crímenes recientes que han tenido mucha repercusión social. Lo sé porque me lo cuentan, no porque haya visto ninguno, estoy en contra de que se haga negocio con las desgracias ajenas digan lo que digan las leyes, porque esto no se hace de balde, se hace por dinero, y desgraciadamente parecen negocios tan rentables como sucios.

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