OPINIóN
Actualizado 10/05/2024 07:55:55
Julio Fernández

El final de la campaña electoral de las elecciones al parlamento catalán, está desquiciando definitivamente al PP, que descarrila, cada vez con más fuerza, hacia posiciones entroncadas en un sistema político autoritario, radical y atrabiliario y, en consecuencia, fuera del sistema donde gravitan las formaciones políticas que respetan los principios y valores del Estado Social y Democrático de Derecho.

Nunca pensé que Feijóo, -quién, tradicionalmente, o al menos durante el tiempo que ocupó la presidencia de la Xunta de Galicia, se ha definió a sí mismo como político de talante negociador y tolerante, que siempre ha querido ocupar el centro político, o, al menos, eso es lo que lleva pregonando toda su vida política- radicalizara tanto sus postulados políticos, cada día más próximos a los postulados fascistas y nazistas del primer tercio del pasado siglo XX.

Que un partido que ha gobernado España radicalice su discurso xenófobo como lo está haciendo el PP, no es más que un síntoma evidente de debilidad ante el auge de formaciones políticas extremistas, supremacistas y racistas, como Vox. Oír de boca de Feijóo semejantes barbaridades, me confirman que las cosas no le van bien al principal partido de la oposición. La última ha sido, en un mitin del PP en Cataluña, cuando Feijóo ha identificado extranjería y delincuencia y les ha acusado de ser ellos (los extranjeros) los que “ocupan nuestras viviendas y nosotros no poder entrar en nuestras propiedades” y los causantes de la inseguridad ciudadana. ¡Terrible!. O sea, que para Feijóo, si vivimos en Barcelona y salimos de casa para cumplir con nuestras ocupaciones laborales o a cenar con nuestras parejas y dejamos solo el piso donde vivimos y a la vuelta nos han ocupado –extranjeros, claro- nuestras viviendas, aunque vayamos a denunciarlo a la policía, nos quedamos “de patitas en la calle”. ¡Ay que ver, qué malos son los extranjeros y que ineficaces nuestras fuerzas de seguridad y nuestros jueces que permiten que sigan los extranjeros habitando nuestras casas, teniendo que irnos “al carajo” los propietarios. ¿Cómo se pueden decir tantas barbaridades por minuto, señor Feijóo? ¿A quién quiere engañar?

Pero Feijóo no es el único político “pepero” que hace seguidismo de los postulados de Vox, que obedece a ciegas las instrucciones autoritarias de Ayuso y Martínez Almeida y que escupe odio a cada instante. Borja Sémper, aprovechando las concentraciones que los estudiantes de diversas universidades españolas en protesta por los crímenes de genocidio, lesa humanidad y las sistemáticas violaciones de derechos humanos que el Ejército israelí está llevando a cabo con el pueblo palestino y donde ya han asesinado a más de 35.000 ciudadanos (también niños, mujeres y ancianos), ha llegado a decir que los estudiantes, con sus concentraciones, están apoyando al terrorismo de Hamás. Por su parte, Martínez Almeida (alcalde de Madrid) ha llegado a calificar a los estudiantes que se manifiestan, como “radicales que apoyan a Hamás”. ¡Qué barbaridad! Según estos perversos argumentos, los miles de ciudadanos que se están manifestando en la ciudad de Malmö (Suecia) –por estar celebrándose allí las semifinales del festival de Eurovisión y participar Israel- contra las atrocidades que está cometiendo Israel, con lemas como “Palestina nunca morirá” o “¡dejad de bombardear hospitales ya!”, ¿también son desalmados terroristas que apoyan a Hamás?

Otra manifestación de la extrema radicalidad del PP en los últimos tiempos la ha constituido en el Senado (cámara que de una forma interesada y torticera, está utilizando como si fuera un cortijo de su propiedad, al tener mayoría absoluta en ella), donde han reprobado al Fiscal General del Estado. Resulta insólito, dado que el Senado -como tampoco lo es el Congreso- no es constitucionalmente quién asume la competencia para tales excentricidades. Y todo ello lo hacen, como ha dicho el propio Fiscal General en una entrevista, porque “hay objetivos idénticos entre determinadas asociaciones de jueces y fiscales y determinados partidos políticos”. También dijo que con el caso del “novio” de Ayuso, han querido poner a la Fiscalía “a los pies de los caballos”.

¿Cómo es posible que actuales dirigentes del PP que han tenido fama de personas moderadas e incluso pertenecientes a corrientes más progresistas dentro del partido, como Sémper y el propio Feijóo, hayan caído en las redes del ultra derechismo más feroz y de la radicalidad más torticera? Muy sencillo, porque las posiciones ultramontanas de Ayuso, por un lado, Esperanza Aguirre y Aznar, por otro, constituyen una espiral diabólica del estilo de un Leviatán de 7 cabezas que engulle todo lo que llega a su paso.

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