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Actualizado 06/05/2024 08:10:03
Berta Joven

Con la maternidad, las mujeres viven una transformación como personas y muchas recuerdan la importancia de una narrativa que también hable de las dificultades del proceso

Una aventura como mujer y como persona. Un cambio total, una transformación gigantesca psicológica y en todos los niveles de mi vida”. Así define Isabel Escobar su experiencia de la maternidad de una niña de casi tres años. “He pasado por diferentes fases: de duelo con la Isa de antes del embarazo y luego de reconciliación con esta nueva Isa. Actualmente, me siento bastante a gusto conmigo misma”, expresa. Ella reclama un relato de la maternidad más diverso y complejo, que recoja no solo la parte positiva, sino que incorpore también el proceso de transición hacia una nueva forma de vida, las partes más duras. “No nos cuentan lo difícil de conciliar, el impacto profesional, los cambios en la pareja, el lidiar con una nueva persona que tiene mucha dependencia de su madre…”, enumera.

Isabel y su pareja tienen claro que lo más probable es que Álex sea hija única. Ambos tienen hermanos y hace tiempo se plantearon aumentar la familia. “Hay un discurso contra los hijos únicos: que son más malcriados, más mimados”, lamenta. Pero después de reflexionarlo y valorar sus circunstancias personales, tomaron la decisión de cómo, en principio, será su hogar en el futuro. “Nos causaba mucha ansiedad esa idea de otro niño y cuando nos sentamos al respecto y nos dijimos el uno al otro: ‘yo no lo veo’ y ‘yo tampoco’ fue un alivio para ambos. No voy a decir que de forma absoluta, pero, por el momento, tenemos bastante claro que no vamos a tener más niños. Estamos contentos con Álex y consideramos que nuestra organización de vida, como pareja y como familia se ajusta mejor a un solo niño, explica Isabel.

También defiende que la afirmación de que los hijos únicos son más mimados y consentidos es un mito. Aun así, tanto su pareja como ella son conscientes de la importancia de ofrecer a su hija la posibilidad de socializar con más niños fuera de casa. Intentamos en todo momento que en su crianza tenga contacto con amigos, con primos; y que, como cualquier niño, entienda la importancia de compartir, de esperar y de que no todo gira a su alrededor. En la medida de lo que puede comprender una niña de tres años, intentamos transmitirle que todos en casa tenemos un espacio y que hay que respetarlo”.

El descenso de la natalidad tiene como consecuencia un mayor número de familias con un solo hijo. En los últimos cinco años, el número de nacimientos en la provincia de Salamanca ha bajado un 8,69%. “Todos hemos crecido con la visión de que las familias son de cuatro personas o más, y eso se ha roto. Por eso surge esta mala fama hacia las familias con un hijo único y creo que es un mito total”. Esta evolución de la sociedad hacia núcleos familiares con menos miembros abre también una puerta hacia otro tipo de hogares y de redes de apoyo.

En la construcción de este hogar para Álex, Isabel y su pareja ponen especial atención en la corresponsabilidad. “Intentamos tener una comunicación muy fluida, distribuirnos las tareas, el cuidado y la atención de Álex entre los dos. La carga mental de las mujeres es muy real y en la maternidad se nota muchísimo más. A pesar de que nuestra distribución del trabajo es bastante equitativa, por mi parte tengo un constante repaso de acciones y tareas que hay que hacer con la niña, mucho mayor que el de mi pareja”.

Durante estos primeros años con Álex, Isabel ha decidido no hacer nada especial por el Día de la Madre, sino seguir disfrutando de verla crecer como cada día. “Tampoco celebramos el Día del Padre. No creemos en esas fechas y para nosotros va a ser un día igual que otro”.

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