Al fin y al cabo, la tierra como planeta es matria de todos, pertenece a todos, pese a que tanto la maltratemos, esquilmemos y profanemos. Y pese a que unos pocos, a lo largo de la historia, se hayan apropiado de territorios, recursos y hayan utilizado la violencia y tantas malas artes frente a opositores y víctimas de todo tipo, para instaurar su dominio, la perspectiva del sueño de tantos seres humanos es que habríamos de hacer posible una convivencia en paz, fraternidad y colaboración entre gentes, pueblos, culturas y civilizaciones.
Es una utopía claro. Pero una llama que se viene sosteniendo entre los seres humanos desde que estamos en la tierra, de un tiempo a otro, de unas generaciones a otras, de unos soñadores a otros. Gentes que, a lo largo de la historia, han dado sus vidas por ese sueño.
Y, para nuestro país, tras estos días convulsos, crispados y marcados por caos y falacias tan interesados, por parte de quienes solo entienden habitar en él a partir de posiciones de dominio, quisiéramos, en apacibles enunciados y en luminosas líneas formular, con toda la humildad posible, un sueño, para que este país nuestro, para que esta matria nuestra sea más habitable.
Habría que hacer desaparecer, entre todos, con actitudes civilizadas y tolerantes, la bestia, la hidra, el monstruo que genera mentiras, bulos, insidias, persecuciones y vigilancias…, con tal de mantener posiciones de dominio. No todo vale, ni mucho menos.
Habría que entender los gobiernos de todo tipo como una actitud de servicio al bien común, al bien de todos.
Habría que respetar a los adversarios, debatir sobre ideas y proyectos, sin crispación, mentiras y otras artimañas, que solo conducen a la agresividad, a la crispación y a la violencia.
Habría que cumplir plazos y no escaquearse, para mantener ventajas en el funcionamiento de determinadas instituciones públicas.
Habría que hacer posible que todos quienes habitamos en este país tengamos acceso a una vivienda digna, debido a que es un asunto que tanto preocupa a nuestra población, pues el acceso a ella se ha convertido en una meta imposible para no pocos sectores humildes y jóvenes de nuestro país.
Habría que remunerar mejor los trabajos y las ocupaciones laborales de nuestras gentes, para que puedan vivir con dignidad, ya que las empresas, bancos, corporaciones… tienen tantas ganancias, según indican todos estos días los medios de comunicación.
Habría que mantener y potenciar los recursos y el buen funcionamiento de esos dos pilares básicos y públicos que son el sistema sanitario y el sistema educativo, pues son dos ejes esenciales de la protección de toda la ciudadanía.
Habría que realizar también políticas eficaces de protección de los sectores más frágiles de nuestra sociedad: los niños y los jóvenes, las mujeres, los ancianos… Sosteniendo el derecho a la dignidad y el respeto de todos ellos.
Habría que… Cada uno podría sumar a los indicados (nos quedamos muy cortos) otros “habría que”… (sobre la justicia, la gobernanza, las relaciones laborales, sociales y humanas… y un largo etcétera), para que podamos vivir en un país habitable, lejos de cloacas y de indignidades, lejos de agresividades y crispaciones…
Y más cerca siempre de esas perspectivas civilizadas de fraternidad, de convivencia y de entendimiento, respetándonos todos.