El Dicasterio vaticano –un dicasterio vaticano equivale, más o menos, a un Ministerio- para la Doctrina de la Fe acaba de publicar una Declaración titulada “Dignitas infinita” sobre la dignidad humana, documento sobre el que el Papa Francisco estampó su firma hace menos de un mes, el 25 de marzo.
Con buen criterio por parte del Prefecto del dicasterio, el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, ha puesto fin a cinco años de elaboración del documento, que imagino era originariamente más largo, pero ha quedado reducido a 75 pequeñas páginas en las que se desgranan con agilidad 66 números. Es un documento importante y corto, lo que es de agradecer, digo lo de ser corto, en estos tiempos tan exigidos y estresados.
Como el tema de la dignidad humana se presta a un aprovechamiento –manipulación- ideológico, ya desde la introducción se distinguen cuatro aspectos de la dignidad humana: dignidad ontológica, dignidad moral, dignidad social y dignidad existencial. Desde el principio del documento es de alabar el fundamento bíblico, teológico y filosófico, este último también desde una perspectiva histórica que nace de la Biblia y pasa por todas las etapas de la historia de la Filosofía y de la Cultura, con una etapa muy destacada: la Declaración de los Derechos Humanos aprobada en la ONU en 1948.
Quizá el capítulo más interesante para la opinión pública sea el 4º: Algunas violaciones graves de la dignidad humana de las que, sin ánimo de ser exhaustivo, el documento cita y desarrolla resumidamente trece: la pobreza, la guerra, el trabajo de los emigrantes, la trata de personas, los abusos sexuales, la violencia contra las mujeres, el aborto, la maternidad subrogada, la eutanasia y el suicidio asistido, el descarte de las personas con discapacidad, la teoría de género, el cambio de sexo y la violencia digital.
La poca extensión del documento puede que sea la causa de un pero que he detectado en él: no hay ninguna referencia directa a la Ciencia y, dada la importancia y la actualidad de las violaciones de la dignidad humana que enumera en el capítulo cuarto, no me parece adecuado que se haya prescindido de toda referencia a la Ciencia. Por no haber no hay ni siquiera una cita o referencia a la Pontificia Academia de las Ciencias. Creo que podrían encontrarse argumentos para reforzar la dignidad infinita de las personas en saberes como la Genética, la Biología, la Embriología y demás saberes médico-sanitarios, incluso de la Física y la Astronomía.