OPINIóN
Actualizado 24/04/2024 10:17:13
Manuel Rodríguez García Marogar

Cuando pretendemos que a un equipo de fútbol se le distinga por sus maneras, por su estilo, por su jerarquía en las formas de jugar, es porque esos clubs de fútbol casi constituyen “marca”. Pongamos por caso el Athletic de Bilbao, Real Sociedad, Manchester City, Arsenal, Atlético de Madrid, Barcelona, Real Madrid; incluso equipos de menos relumbrón también aportan comportamientos que exhiben por esos Estadios históricos de Dios. Por ejemplo, sigue siendo indiscutible el estilo River Plate, Boca Juniors, Ajax de Amsterdam, París Saint Germain, incluso un Girondins de Burdeos cuando Zidane sentaba allí su cátedra futbolística a lo largo de los años.

Personalmente, me enfrento a menudo contra la denominación “ADN” (que detesto por exceso de repetición) con la que se suele distinguir a esos clubs con un manejo excesivo de la “propaganda” que ya aburre, equipos con necesidad permanente de “slogans”, con “pedigrí” (en inglés “pedigree”; en francés “pied de grue”. Por tanto, no comparto esas relaciones “genealógicas” para determinar las características irrenunciables de los equipos de fútbol, esos “fenotipos” heredados que, con descaro, se utilizan “publicitariamente”…

“Pedigrí” es un término utilizado con los perros, normalmente, y pareciera que es una manera de acentuar “la raza” a efectos de presumir el propietario… En el fútbol se les adjetiva a los “Equipos de raza”, una expresión antigua para potenciar las cualidades de aquellos equipos que luchaban hasta la extenuación. Un método de selección que sigue imperando en las razas animales también nos gusta aplicarlo a los equipos de fútbol cuando quieren distinguirse por ese específico “pedigrí”. Muchas veces, en los equipos de fútbol son las individualidades “fuera de serie” las que marcan ese sello inconfundible, un marchamo característico. Aunque lo ideal es que el estilo sea una moneda de cambio en la manera colectiva de competir.

Insisto, no me gustan las “distinciones” meramente propagandísticas en la vida normal; y tampoco en el fútbol. No me gusta el “pedigrí” ostentoso de los licenciados; de los universitarios; de los matrículas de honor; de los golfistas ejerciendo de golfos, etcétera. Cuando nos hablan del “ADN”, es más bien para acallar opiniones, para que renunciemos a nuestras propias visiones. Por eso mi insistencia de que el “pedigrí” no sea una cuestión de “poses”, de “postureo”, de “chulerías” implícitas, de “figuritas de salón”, de “señoritingos”, de “fantasiosos”… Todo ello muy lamentable porque, al fin y al cabo, el fútbol es un deporte de gente madura aunque joven, que practican un deporte de equipo con el ánimo de superarse a sí mismos.

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