Abren sus hojas bondadosas para darnos conocimientos de útiles descubrimientos y aportarnos enseñanzas de avances fantásticos, de hombres grandes, de positivas hazañas, de conductas intachables, de saludables juegos y muchos kilos de valiosas lecciones. Son pacientes maestros.
Solo los necios los llaman ñoños. Abren los ojos con sabias palabras y vivencias queridas que vencen rencillas, que iluminan sombras, que deshacen trabas con solamente usarlas.
Ayudan a ver manchas de xenofobia que vuelven yermas vidas que zozobran. Y mañana, como cada 23 de abril, saldrán a la calle para invitarnos a recorrer sus páginas con la esperanza de que sirvan para que el mundo sea cada día un poco mejor.