OPINIóN
Actualizado 19/04/2024 07:59:08
Ángel González Quesada

En ocasiones el mundo se torna agreste, incómodo y frío. Es la larvada guerra de la conciencia, que se vuelve real y nada puede sacarla de la piel. Es verdad que uno mismo contribuye al mal con el grano de arena de la indiferencia o el absurdo consuelo de la queja vacía: el átomo de culpa es siempre mayor que el soplo de la tarea, inexcusable y estéril, de hallar felicidad. Y si la quietud no existe, si el sueño de la conciencia no conforta, si todo es pesadilla es que está uno destinado a la tristeza, y en la lucha contra ella, en la condena de vivir, quedan jirones del pensar culpable y de aquel tan lejano deseo de inocencia que nos hizo crecer, quedan palabras que intentan un conjuro, tentativas, aproximaciones a la poesía…

INSOMNIO (poema)

“En el ciclo latente de la vida / y en el propio poema, / no todo está perdido ni es real / lo que real parece”. RUBÉN MARTÍN, 'Lírica industrial'.

A veces duermo mal y en las paredes

de la vigilia atroz y en los abriles

cito la verde luz de los destellos

que en la noche de abrazos hace ya tanto tiempo

convirtió las caricias en escombros;

y las bombas despiertan

aire espeso que quema el furor de los muros

y las lenguas

y aquel roce lejano del temor y el desprecio

el color de la angustia

con sus nombres de aurora:

Bagdad Gaza Beirut Jerusalén Teherán

Kiev Madrid Moscú Alepo

eso dicen y callan los espejos que solo son espejos

y no hay lugar apenas

en que abrevar la sed del aire mudo que me asfixia

con tanta luz mentida en este inmenso olvido de la felicidad.

Borbotones de sombra y cancelas de duda

hacen como si hubiera despertado el derroche

de la resignación.

En la sierpe enemiga en que gira mi noche

fraguas solo, tenazas falsías

ventisqueros venenos los más dulces

clausuran con viento las llaves del deseo

y en un tacto de arcilla me consagran culpable

de ser el alacrán engañado de nuevo.

Y despierto a la tarde de tanto estar despierto

y convoco a los perros del desprecio

y aunque nunca los vi tatuados en la sombra

los perros tienen nombre y se nombran

son pedazos del cielo espejo carne trementina que grita

que torna a recordarme que entre los perros soy

uno más

que los mastines del odio cobijan cada pesadilla

y que no viviré para contarlo.

Oficio maltratado por las horas cansinas

este escribir a pura sombra

de una guerra en colores que desdice el ocaso

y yugula el amor si es que existiera

gira ondula y escupe lo que finge el idioma

la escritura que miente el calor que ya ignoro

cómo puede fingirse una dicha inventada

en la misma morada de la muerte.

Por eso dejo escrito este lecho reseco de palabras

esta desolación que vive en la deshora

este dios de la culpa

puente derruido de la desolación

y lo lego al silencio y la ceguera

para cualquier extraño que me acune o deforme

para justificar los códigos del sueño

para quien sabe de la prisa en este insomnio.

No buscaré una paz que ya no existe

ni una piedad que es solo una palabra

ni la puerta al pasado ni la forma en que quise destronar el futuro:

invento un porvenir con versos imposibles

un lodazal de quejas un espacio

donde poder dormir.

ÁNGEL GONZÁLEZ QUESADA, abril 2024.

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