OPINIóN
Actualizado 17/04/2024 10:10:05
Juan Antonio Mateos Pérez

Un buen entretenimiento es uno de los medios que uno se procura para olvidar la ausencia de Dios

BYUNG-CHUL HAN

El concepto de “entretenimiento”, extrañamente cambiante y ambiguo, es de entrada un concepto neutral y abierto. También la información puede ser entretenida, e incluso el saber y el trabajo, y hasta el propio mundo.

BYUNG-CHUL HAN

En estos tiempos turbulentos, los libros encarnan la diversidad del ingenio humano, dando cuerpo a la riqueza de la experiencia humana, verbalizando la búsqueda de sentido y de expresión que todos compartimos y que hace avanzar a todas las sociedades. Leer no es acumular datos, sino interpretar la realidad y todos aquellos mundos posibles que nos puedan interpelar y dar sentido a nuestra existencia.

Ya hemos hablado muchas veces en este blog de uno de los filósofos más mediáticos de nuestra vieja Europa, Byung-Chul Han. En cada una de sus obras ha ido perfilando los contornos de esta sociedad digital que nos habita, lo que hemos llamado la “sociedad del cansancio y del rendimiento”, caracterizada por la autoexplotación, la ausencia de un verdadero sentido del otro, el exceso de información, la necesidad de producir y la ausencia de libertad.

El poder explotador de nuestras sociedades capitalistas se ha trasladado al propio sujeto, se cree libre, pero es un auténtico esclavo. La única realidad libre es el capital que explota la libertad del sujeto. Es lo que ha llamado la sociedad del rendimiento. Incluso la vida lúdica y el tiempo libre, ha sido absorbida en nuestra sociedad por el trabajo y el rendimiento.

Es lo que podemos apreciar en su obra “Buen entretenimiento. Una deconstrucción de la historia occidental de la Pasión”. En ella se dibuja cómo el entretenimiento ha sido absorbido por la imperiosa necesidad de producir. Lo divertido se ha introducido en todas las parcelas de nuestra vida, incluso lo que requiere esfuerzo como el trabajo bien hecho o el estudio tienen que divertir, ludificando toda la existencia. Ese nuevo paradigma de lo lúdico y el juego no es ajeno a la Pasión, a una forma de sufrimiento. Una nueva enfermedad del ocio, un insufrible no hacer nada, en una insoportable forma vacía del trabajo, generando una desconexión mental.

En la obra, Byung-Chul Han hace un repaso del entretenimiento desde el siglo XVII, centrándose en la música y el arte. Analiza el modo peculiar en el que a lo largo de la historia de Occidente la Pasión (en mayúscula -padecimiento-, pero concluye con el segundo sentido, apasionamiento), ha eliminado la posibilidad de un disfrute de la creación artística más allá de las pretensiones del pensamiento y la racionalidad.

Realiza una labor de arqueología de amplio recorrido, remontándose a las discusiones que suscitó J.S. Bach cuando estrenó su obra “la Pasión según San Mateo” para después subrayar otros músicos como Rossini, Hoffmann o Wagner y obras literarias como "el artista del hambre" de Kafka. Así pues, se vive en una época que cada vez se interesa menos por la Pasión de pasar hambre, e incluso por la Pasión en general, que hace que el artista acabe en un circo.

El autor utiliza la Pasión como lo opuesto al juego y al gozo, y cómo esta oposición se ha ido permeabilizando hasta la actualidad. Hace un diálogo intenso con Kant, Hegel, Nietzsche, Adorno, Heidegger, que ven en el entretenimiento, siguiendo la tradición intelectual, como una caída, una huida de la vida auténtica. Para Heidegger, el entretenimiento es una evasión de la muerte. Hace que la existencia se desvíe de la posibilidad de una existencia auténtica. El entretenimiento para el filósofo alemán es inmanencia, el desgarramiento y el dolor es lo que abren el pensamiento humano a lo transcendente.

El pensador discrepa de esta visión que se le ha venido dando al trabajo y quiere invertir los términos. Para pasar de la Pasión al apasionamiento, se necesita crear un nuevo tiempo vital que se contraponga al tiempo del trabajo, ya que hoy día incluso el ocio, coincide con el tiempo laboral, con lo que la vida se vuelve fugaz. Se debería liberar la vida del tiempo del trabajo y crear un auténtico tiempo del entretenimiento, un tiempo festivo en donde la vida se refiera a sí misma y no a un objeto externo y de rendimiento, para que merezca la pena ser vivida.

Si realmente el entretenimiento es un tiempo festivo, claramente separado del trabajo, se constituye en un nuevo paradigma, una forma de ser en el mundo. Para ello necesita realmente un ser entretenido, así la realidad misma sería un efecto del entretenimiento, y sería real y efectiva. Comenta Byung-Chul Han, Al espíritu de la Pasión podrá parecerle que la totalización del entretenimiento es una decadencia. Pero en el fondo la Pasión y el entretenimiento están hermanados. El estudio que realiza el pensador coreano remite muchas veces a su convergencia oculta.

En esta obra, Han ha querido darle el lugar que merece el entretenimiento, no sólo como tiempo libre, sino engarzado con un nuevo estilo de vida, una nueva experiencia del mundo y del tiempo en general. El entretenimiento se eleva a un nuevo paradigma, a una nueva fórmula del mundo y del ser. Para ser, para formar parte del mundo, es necesario resultar entretenido. Solo lo que resulta entretenido es real o efectivo.

En el futuro, no muy lejano, la barrera entre el trabajo y el entretenimiento se romperá y se entremezclarán, para ello hace falta una vida pausada, tranquila, contemplativa, habitar el silencio, para disminuir esa hiperactividad que le quita la vida. Si alguna vez llega a superarse realmente el tiempo de la Pasión, entonces ya no habrá solo un buen entretenimiento, sino también un bello entretenimiento, es decir, un entretenimiento gracias a la belleza, donde la vida ha subido un escalón, superando el rendimiento y llenándose de sentido.

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