Hablamos con José Ramón Lissarrague García-Gutiérrez, experto en vinicultura y quien analiza la importancia de las alternativas para adecuarse a la situación actual y explica que "da miedo la innovación"
“La viticultura ha experimentado una evolución constante y seguirá así”, afirma José Ramón Lissarrague García-Gutiérrez, Dr. Ingeniero Agrónomo, Director de GIVITI y Profesor titular de la Escuela de Ingenieros Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid.
Presente en la tercera edición del Duero Wine Fest, que se está desarrollando en Salamanca durante los días 15 y 16 de abril, ha atendido a SALAMANCArtv AL DÍA con motivo de la ponencia que va a dar, centrada en mejorar la producción y la calidad de los viñedos ante el cambio climático.
“Es importante tener en cuenta diferentes consideraciones para que los viñedos sean potenciales enológicos y los rendimientos de cosecha adecuados”, destaca el experto. Para ello, “los sistemas de conducción tienen que ser equilibrados, tienen que conseguir unas condiciones microclimáticas, deben conseguir que las hojas de los racimos se distribuyan correctamente para que al final den las composiciones de uva que queremos, y dentro de intervalos económicos que hagan que la viticultura nuestra sea viable”, señala Lissarrague García-Gutiérrez.
En este sentido, destaca que los sistemas de conducción del viñedo tradicional, como los vasos, las espalderas y los parrales son correctos; pero “a estos sistemas hay que agregar un conjunto de sistemas de conducción que son alternativas y que aún no se utilizan”. Dichas algernativas “ofrecen posibilidades de empleo en la viticultura” y ya se utilizan en otras partes del mundo, como California, Australia o ciertas zonas de Italia.
Estas alternativas son fundamentales para afrontar el cambio climático al que estamos sometidos.“Precisamente estas alternativas pueden representar unas opciones frente al cambio climático, al calentamiento global y también pueden presentar alternativas frente a la situación de los factores culturales y económicos que regulan, como la disponibilidad de mano de obra y los costes de producción; por ello tenemos que ir a modelos que integren condiciones adecuadas frente al calentamiento global y a su vez que tengan consideraciones económicas y sociales correctas”.
Unas alternativas que en la región del Duero no se conocen y aún no se utilizan porque, según el experto, “la viticultura tiene una carga de tradición, a veces excesiva, y a veces también una carga de desconocimiento e ignorancia muy grande, que hace que se utilicen modelos muchas veces imitativos y reiterativos. Da un poco de miedo la innovación y lo que tenemos es falta de conocimiento”, asegura.
Unas alternativas que mantendrían la esencia de los vinos del Duero. “Si cultivamos de la misma forma con condiciones distintas se van a destipificar, si lo que queremos es conservar las características que tienen nuestras uvas y los potenciales enológicos, probablemente no podamos seguir de la misma forma”, concluye en sus explicaciones.