OPINIóN
Actualizado 06/04/2024 09:14:39
Julio Fernández

Es evidente que de un tiempo a esta parte los líderes nacionales, territoriales y municipales del PP, gravitan en torno a Ayuso, la presidenta madrileña y ninguno de esos cargos políticos se atreve públicamente a cuestionar la gestión de ese personaje políticamente mediocre ni las presuntas conductas de corrupción política y económica que ha protagonizado su pareja, hechos en los que pudo participar la presidenta madrileña, al menos, obteniendo beneficio a título lucrativo .

Lo pudimos comprobar durante la noche electoral del pasado 23 de julio cuando salieron al balcón de la sede del partido en Génova 13, Feijóo, Ayuso y otros dirigentes de la cúpula “pepera” para edulcorar la frustración que les presidía, al prever que Feijóo no podría ser investido presidente del gobierno. Comprobamos que, efectivamente, los simpatizantes populares allí reunidos aclamaron a Ayuso en detrimento de Feijóo, quién, con rostro desencajado, vio peligrar, tanto la presidencia de su partido como la de seguir siendo el candidato del PP a la presidencia del gobierno español en los próximos comicios.

Pero este comportamiento no es algo puntual, sino que se está desarrollando de forma sistemática en todas las actuaciones del PP, ya sean a nivel exclusivamente de partido o de gestión en todas las administraciones en las que gobiernan. Y, más que nunca, el “supuesto” presidente del PP, Feijóo, es un monigote, una figura decorativa, un guiñol colocado ahí por los “auténticos dueños” de esta formación política, que, en lugar de trabajar por los intereses generales de los ciudadanos, está gestionando el poder como si se tratara de un cortijo de su propiedad.

Las pruebas más evidentes de todo esto nos lo confirman los últimos acontecimientos conocidos relacionados con la pareja de Ayuso, por todos conocidos. Resulta bochornoso que, ante la comisión de presuntos delitos de fraude fiscal -reconocidos por la propia pareja de Ayuso-, el supuesto cobro de 2 millones de euros en comisiones por contratos de venta de mascarillas a proveedores en los peores momentos de la pandemia o que Ayuso viva con su pareja en un piso de un millón de euros que comprara este tras el fraude fiscal, nadie del PP haya hecho la más mínima insinuación crítica, censura, discrepancia o comentarios de preocupación. Cada vez que preguntan a alguien del PP por todo esto, incluido Feijóo, contestan con posibles implicaciones de la mujer del presidente del gobierno por sus actividades profesionales en las que ni hay nada investigado ni se ha demostrado ninguna irregularidad y que pudiera estar involucrada en un supuesto trato de favor a la aerolínea Air Europa. Una estrategia miserable, porque saben que echando mierda, intoxicando, falseando la realidad, acusando sin pruebas, aupados por una derecha mediática, cainita y rencorosa, contaminan a la opinión pública. Ya se sabe, “calumnia, que algo queda”. Si ha cometido alguna irregularidad la esposa de Sánchez, que responda, en su caso y en su día, por ello, como es lógico, pero utilizar esto para echar mierda y no reconocer la gravedad de los hechos cometidos por el novio de Ayuso, encubiertos y amparados por la presidenta, creo que es un gravísimo error político, que le costará caro al PP.

Por desgracia, la estrategia del PP cuando está en la oposición y con el único objetivo de conseguir el poder, es siempre la del futbolista defensa marrullero y con juego sucio, que lo único que pretende es romper la espinilla de los delanteros del equipo contrario. Lo pudimos ver con las acusaciones graves que Aznar –cuando fue candidato a la presidencia de la Junta de Castilla y León- hizo a Demetrio Madrid, que dimitió como presidente de la Junta de Castilla y León en el único periodo en que gobernó el PSOE en la comunidad, hace casi 4 décadas, unas acusaciones de las que posteriormente fue absuelto judicialmente, o las que se han vertido de forma vil y carroñera a Mónica Otra, ex vicepresidenta de la Generalitat valenciana, de Compromís, en las que el juez no ha encontrado ningún indicio de criminalidad contra ella y ha dictado el auto de sobreseimiento provisional, previo al archivo de la causa penal contra ella.

El último episodio relacionado con el escándalo de Ayuso y su pareja lo ha protagonizado el secretario general del PP de Madrid, mano derecha de Ayuso y senador, Alfonso Serrano, quién se ha reunido con el novio de Ayuso (lo han delatado algunas fotografías publicadas por la Cadena Ser de radio) después de que este se querellara contra la fiscalía, por, supuestamente, revelar unos datos, los de los delitos de fraude fiscal cometidos por este ciudadano, admitidos por él mismo. En las fotografías aparecen ambos protagonistas con papeles en las manos, síntoma de que estaban tratando algún asunto relacionado con la investigación judicial del caso. Esto demuestra que, a pesar de lo que han dicho desde el PP, no es el caso de “un particular cualquiera”, sino el de la pareja sentimental de la presidenta madrileña y en el que, curiosamente, se está volcando en su defensa todo el aparato del PP, del gobierno de la comunidad e incluso del Senado, ya que Alfonso Serrano es senador y, ¡qué casualidad!, miembro de la comisión de investigación sobre el “caso Koldo” creada en el Senado. ¿Pero de qué va esta gente? ¿Cuáles son los principios éticos del PP? El fraude fiscal es un delito muy grave. Lo es, porque con el dinero defraudado que va a los bolsillos de los corruptos, se impide que se destinen esos recursos a la construcción de escuelas, centros de salud o reformar los juzgados, convocar plazas de funcionarios, de médicos, de maestros, de policías o de guardias civiles, por ejemplo. ¡Vergonzoso!

¿Por qué hay tanto miedo en el PP a cuestionar la figura de la presidenta madrileña? ¿Es sólo por temor a que hagan de los que la critiquen lo que hicieron con Pablo Casado y su equipo? ¿O tal vez porque si el ataque a Ayuso prospera y se investiga a fondo al gobierno de la Comunidad de Madrid pueden aparecer presuntos casos de corrupción que están muy bien ocultos y que pueden provenir no sólo de la época de Ayuso, sino de la de Gallardón, Aguirre, Ignacio González o Cristina Cifuentes y las tropelías de los casos Gürtel, Lezo o Punica? ¿Tienen miedo a lo que hay oculto debajo de las alfombras de la Real Casa de Correos, sede del gobierno madrileño y que, en su día, fue la sede de la antigua Dirección General de Seguridad, donde el franquismo torturaba por doquier a todos los opositores políticos de la dictadura?

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