Un sentimiento de hostilidad o de gran resentimiento hacia una persona a causa de una ofensa o un daño percibido (RAE)
Cuando interpretamos y sentimos que otra persona, normalmente alguien cercano a nosotros, nos ofende o nos daña, nos invade una gran hostilidad, generando en nuestra mente un sinfín de argumentos sobre lo que el otro debería haber hecho o dicho.
Estos argumentos no hacen más que alimentar y provocar en nosotros sentimientos que nos atrapan en el pasado y se convierten en nuestra propia cárcel.
El rencor y la culpa, son emociones que provocan un fuerte desequilibrio en quien las vive. Pero, aunque podríamos decir que son naturales, son altamente disfuncionales. Lo que provoca, alteraciones físicas y emociones.
En definitiva, dejar de lado el rencor es lo mejor para nuestra salud. Recuerde que es como tomar veneno y esperar que mueran quienes nos han hecho daño.
RESCATANDO ESTRELLAS
Había una vez un sabio que solía ir a la playa a escribir. Un día, mientras caminaba junto al mar antes de comenzar su trabajo, observó una figura humana que se movía como un principiante de bailarín. Se sonrió Apresuró el paso, se acercó y vio que se trataba de un joven y que este no interpretaba ninguna danza, sino que se agachaba para recoger algo y delicadamente lanzarlo al mar. A medida que se acercaba, le saludó:
—Buen día, ¿qué está haciendo?
El joven hizo una pausa, se dio vuelta y respondió.
—Arrojo estrellas de mar al océano.
—Supongo que debería preguntar ¿por qué arrojas estrellas de mar al océano?
El joven sin enfadarse dice
—Anoche, señor, la tormenta dejó miles de estrellas en la playa; hoy amaneció el día con fuerte sol, la marea está bajando; si no las arrojo al mar, morirán.
—Pero joven — replicó el observador—, no se da cuenta de que hay cientos de kilómetros de playa y miles de estrellas de mar, ¿realmente piensa que su esfuerzo tiene sentido?
El muchacho escuchó respetuosamente, después se agachó, recogió otra estrella de mar, la arrojó al agua y luego le dijo:
—Para esa sí tuvo sentido.
La respuesta sorprendió al hombre. Se sintió molesto, no supo que contestar y regresó a su silla a seguir escribiendo.
Durante todo el día, mientras la pluma rasgaba el papel, la imagen de aquel joven lo perseguía. Intentó ignorarlo, pero no pudo. Finalmente, se dio cuenta de que a él, el científico, a él, el sabio, se le había escapado la naturaleza esencial de la acción de aquel joven.
Él había elegido no ser un mero contemplativo y dejar que pasaran los acontecimientos ante sus ojos. Había decidido participar y dejar su huella.
Y esa noche se fue a dormir preocupado.
A la mañana siguiente se levantó sabiendo que debía hacer algo. Se vistió, fue a la playa, encontró al joven y pasó el resto de la mañana arrojando estrellas de mar al océano.
¡Cuánto se puede hacer para que ese maldito gusano no viva dentro de nuestra alma, no horade las entrañas haciendo cicatrices que jamás curan.
Vivimos tiempos en que se ha olvidado el qué y el cuándo… y mientras las guerras continúan asolando naciones y dejando millones de muertes. Los jinetes del apocalipsis cabalgan sin descanso.
Guerra, Hambre, Peste y Muerte.