He venido a pasar algunos días de Semana Santa a Moralina de Sayago. He traído a mi madre que normalmente está en una residencia en Salamanca.
He vuelto a constatar que el pueblo se muere. El viernes con tiempo lluvioso y desagradable viento no había ni veinte personas para la celebración y posterior viacrucis. La monja que dirigió porque ya no hay suficientes curas nos decía que el cántico no lo perdiéramos porque era una joya y que se lo enseñáramos a los jóvenes. Sonaba a broma cuando los jóvenes no pisan la Iglesia. También es verdad que quienes la lideran no ayudan mucho. Esta mujer yo creo que tiene buena intención pero creo que suena demasiado beata. El del año anterior sí fue insufrible porque se tiró dos horas de sermón poco creíble.
En los bares sí hemos visto más gente. Pero mucho más en Torregamones el pueblo de al lado.
Es difícil encontrar gente para conversar. Recuerdo cuando se veían los partidos en el bar y el ambiente de partidas. Quedan también pocas.
Para que los sayagueses no se extingan se debería hacerlos funcionarios del campo y los oficios perdidos. Se pierden tradiciones y se pierde autosuficiencia.
La gente de Sayago tenía soberanía alimentaria con su cerdo, sus gallinas, sus vacas o sus ovejas. Actualmente entre la burocracia y las normativas sanitarias no queda nada de eso o sólo explotaciones más grandes y más insalubres.
La interdependencia con la geopolítica complicada que tenemos no sabemos si será eterna. Hasta en medicina todo depende de las máquinas. Pocos médicos se defienden en medicina extrahospitalaria.
En alimentación ya hemos visto lo que ha pasado con los precios del grano debido a la guerra de Ucrania o de los combustibles. Un simple puente que se cae en Estados Unidos en Baltimore y afecta a la industria automovilística de todo el mundo. La guerra de Gaza demuestra la deshumanización en Tierra Santa y los rencores e intereses que todo lo ensucian.
Algunos intentamos buscar soluciones desde la educación. Desde la formación profesional tenemos escuelas de educación ambiental, de pastores, de queseros, de agricultura ecológica, de jardinería, forestal, etc.
La realidad es que no estamos consiguiendo fijar población. Viene algo más de gente en los veranos pero cuando mueren los abuelos hay en pueblos que no se hacen casas nuevas y los nietos no vuelven. No ayuda que no se vea ni la televisión en algunos pueblos aunque los jóvenes no la ven, usan redes sociales.