Tu nombre en el silencio de la noche
oscura con mi planto lo irrigo.
Lo vuelvo una fuente del deseo
eterno consagrado en el fuego.
Lo veo con su música callada en las flores
sencillas que no llegan al estío,
antes de deshacerse en la marea
inconforme de todo lo humano.
Errante en el sendero a la huella
rumorosa dejada por tu olvido,
el soplo con su viento me desploma
al cielo de tu sueño no sabido.
La piedra donde mora tu recuerdo
su herida la incrusta en mi palabra.