OPINIóN
Actualizado 30/03/2024 09:55:43
José Fermín Rozas

No hace mucho se reabrió de nuevo la Iglesia de San Martin al público, con un reducido uso eclesiástico. Ya lleva unas cuantas intervenciones, en una de esas la integraron en el proyecto de cooperación transfronteriza para conservar Patrimonio Cultural denominado Plan de Intervención Románico Atlántico. En su web expone “La ubicación del edificio, junto a la Plaza Mayor de la ciudad, lo convierten en el lugar idóneo para habilitar un punto de información del románico,” añadiendo “se acondicionó un espacio expositivo para promocionar los objetivos del Plan y difundir tanto la actuación realizada en San Martín como en el resto de templos incluidos en este proyecto.

Como consecuencia de ello hace años convirtieron la puerta románica del Corrillo en un “espacio para la recepción de visitantes”. Mudando un trozo de nave lateral en un raro túnel con paneles explicativos vinculándola a la Capilla del Carmen, donde se conserva la primitiva puerta románica principal policromada. Sustrayéndolo del templo basilical de tres naves de finales del siglo XII. Sigo sin tener claro cómo se autorizaron estas cosas, además de por la insólita alteración de la iglesia también por lo innecesario, y la persistencia en mantenerlo. Cuando vemos la creciente cantidad de edificios religiosos en desuso, gran oferta de posibles espacios expositivos y de recepción. Quizás por no dificultar futuros lucrativos negocios hosteleros.

También llevan años decorando superfluamente un notable espacio urbano los carteles publicitando las continuas obras mencionadas. Imagino pegados con Celo a la pared monumental de arenisca de Villamayor, evitando fórmulas agresivas, dada su efímera “utilidad” aunque esta se mida ya en lustros. Sin embargo, eso de carteles de dudosa utilidad no es patrimonio solo de edificios monumentales. Claro que más años llevan los cables “adornando” las fachadas de esa Plaza del Corrillo. Por no olvidar cierto desastre en la cartelería anunciante de negocios trepando por ellas. Y obviamos las terrazas.

Se pierde en la memoria el ¿debate? sobre la molestia del cableado en fachadas, de gran impacto monumental y turístico. Y alargan incomprensiblemente la solución de rótulos y carteles, con algún intento pretérito fallido. Evidenciando que el interés por potenciar y cuidar una actividad económica considerada en la ciudad de primer orden, tiene exceso de palabrería. Cuidar los detalles suele ser la medida de la excelencia, y aunque estamos mejorando todavía queda demasiado.

Por ultimo no he podido evitar fijarme en el mapa que acompaño relacionado con el corte de Torres Villarroel para asfaltar, conteniendo un grave error. Resulta difícil entender cómo un servicio municipal puede cometerlo, pero es más incomprensible que nadie se haya dado cuenta del mismo para corregirlo. La calle Mallorca y la Avenida de Portugal no están al mismo nivel, la primera pasa por debajo de la segunda. Difícilmente un autobús puede girar a la derecha desde una a la otra.

Como se observa, la Calle Mallorca y la Avenida de Portugal se cruzan, pero a distinto nivel. Obviamente no es posible realizar giros entre ellas. El autobús vendría desde el fondo, la Avenida de Italia.

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