Ricitos de Oro es la protagonista de un cuento infantil que todo el mundo conoce. Su curiosidad la llevó a entrar en una casa en el bosque que pertenecía a tres osos. Allí descubrió tres tazones de sopa: uno estaba demasiado caliente, otro demasiado frío y el tercero tenía la temperatura ideal, así que no dejó ni una gota de sopa. Su elección aplicada a la psicología os dice que, cuando las personas nos enfrentamos a diferentes opciones, elegimos siempre la intermedia.
Aplicado a la lectura, este concepto toma sentido gracias al estudio neurocientífico realizado por el Doctor John Hutton, investigador y pediatra en el Hospital Infantil de Cincinnati. 27 niños de 4 años participaron en esta prueba realizada con una máquina FMRI (Medición de Actividad Cerebral por Resonancia Magnética) que media su actividad cerebral mientras se enfrentaban a una lectura narrada (solo audio), lectura en voz alta de un libro ilustrado (audio e imágenes) y lectura animada (video). Los niños leían en cada uno de los tres formatos y la máquina escaneaba su actividad cerebral respecto al estímulo visual, del lenguaje y de sus propias experiencias almacenadas en la memoria. Los resultados son sorprendentes pero lógicos:
Este efecto “Ricitos de Oro” nos permite trabajar con la importante y necesaria base que la narración y la ilustración proporcionan en el desarrollo de los prelectores. Si además le añadimos el vínculo emocional y la cercanía física que la lectura en voz alta por parte de un ser querido proporciona en el lector, tenemos una clave importante para “dar de leer” y añadirle a la animación lectora la parte científica que necesitaba.
Rebeca Martín García