OPINIóN
Actualizado 10/03/2024 11:25:14
Isaura Díaz Figueiredo

Se acerca la Pascua y nos preparamos una vez más para celebrar la Resurrección de Jesús, su triunfo sobre el pecado y la muerte. Antes, sin embargo, recordamos su Pasión, cuyos trágicos hechos se recuerdan en la Semana Santa, que precede a la Pascua.

Los Evangelios Canónicos nos ofrecen un relato detallado de los últimos días de Jesús (Mateo 26-27, Marcos 14-15, Lucas 22-23, Juan 18-19)

Cada evangelista da relevancia a uno u otro aspecto de la historia, según su propia visión y sensibilidad. Si en Marcos prevalece la atención a la revelación de la identidad de Jesús como Hijo de Dios, en Mateo se celebra el cumplimiento de la Escritura y Su muerte es un preludio del fin de los tiempos y una profecía de lo que vendrá. Tanto en Mateo como en Marcos se encuentra el reconocimiento de Jesús como Hijo de Dios, por parte del Centurión que custodia la cruz y los presentes.

Lucas ofrece una imagen de Jesús sufriente y misericordioso incluso con quienes Lo torturan y matan, mientras que Juan muestra a Cristo Rey, revestido con los signos de la realeza, la corona de espinas, el manto de púrpura, y el reconocimiento de Pilato de Su papel de Rey de los Judíos. En la Cruz, despreocupado de sus propios sufrimientos, encomienda a María a Juan, el discípulo predilecto, y expira sin un grito.

La Última Cena

Es el último momento de aparente serenidad, justo antes del prendimiento de Jesús. Él y sus discípulos acaban de llegar a Jerusalén y se reúnen en el Cenáculo (aposento alto) para celebrar la Pascua judía. Es una cena normal entre amigos, pero Jesús ya advierte que será la última oportunidad para Él de estar con estos hombres a los que ama más que a nadie en el mundo. El fin de Su tiempo entre los hombres se acerca inexorablemente y Él sabe que el cáliz que Dios Padre le ha preparado es el más amargo que uno pueda imaginar. Sabe también que uno de “sus amigos” lo traicionará, y que otro lo negará, y se lo dice a los Apóstoles, quienes protestan incrédulos. También desaprueban cuando Jesús les lava los pies, un acto de gran humildad, pero también de inmenso amor. La muerte de Cristo todavía parece lejana, sin embargo, aquí toma el pan y toma el vino Es la primera Eucaristía, sólo una anticipación de lo que sucederá en unos días.

Jesús en el Getsemaní

Después de la cena, Jesús se pone en camino para rezar en el Huerto de los Olivos. En realidad, no quisiera estar solo. Las dudas se amplificar en Su mente, el miedo al sufrimiento Le hace temblar. Pero los Apóstoles duermen y ni siquiera Dios parece querer escuchar sus oraciones. Al final la elección es Suya y sólo Suya:

Jesús acepta que Su destino se cumpla, está dispuesto a morir.

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