OPINIóN
Actualizado 10/03/2024 11:11:10
José Luis Puerto

Es bueno que, año tras año, se nos recuerde a todos y a todas que el 8 de marzo celebramos el día internacional de la mujer.

Y es bueno porque, en nuestra cultura y en nuestras sociedades, secularmente, la mujer es la parte preterida de la humanidad. El hombre, ha sido y, en buena parte, es el dominante y la mujer, la dominada; en todos los terrenos, desde el doméstico, hasta el social, pasando por el económico, el cultural, el literario, el artístico y, en definitiva, todos los ámbitos.

Es muy preocupante que, todavía, entre nosotros, casi la mitad de los hombres crean que se ha ido demasiado allá en la conquista de derechos por parte de las mujeres. Y todavía es más preocupante aún que, entre jóvenes y adolescentes, se reproduzcan actitudes machistas que no acaban de desaparecer.

Por muchas señales externas y muchos cambios que, afortunadamente, se hayan producido y se estén produciendo, en este ámbito de la igualdad de las mujeres con los hombres, todavía queda mucho itinerario por recorrer y la andadura es muy lenta, como puede percibirse en nuestra realidad, a poco que echemos un vistazo a nuestro alrededor.

Aún, desgraciadamente, hay muchas lacras en sociedades como la nuestra. Y muchos negacionismos. Y muchas muertes de mujeres a causa de la bien llamada violencia machista, que trata de ser negada y escondida por determinados gobernantes que parece que quisieran llevarnos hacia la oscuridad de las cavernas.

Pero, de entre las lacras que sufren las mujeres y que parece que tiene carta de naturaleza como una normalidad entre nosotros, está la prostitución.

Para nosotros, la prostitución es una de las mayores monstruosidades que están y continúan vivas en la humanidad. Como otra lo es también la guerra (ay, las terribles masacres y exterminios de las gentes palestinas, que se están cometiendo ante nuestros ojos y nosotros mirando hacia otra parte, como si no tuviera que ver nada con nosotros…).

Igual que, en el pasado, la esclavitud era una de las lacras y de las monstruosidades mantenidas por el ser humano y que ha durado hasta ayer mismo y que, desgraciadamente, no está, en la práctica erradicada del todo; la mayor y más generalizada lacra de nuestro presente, a lo largo y ancho de la tierra, es la de la prostitución de las mujeres (también hay víctimas masculinas de ello).

Y hemos de tener una actitud abolicionista ante la prostitución; completamente abolicionista. No puede haber resquicio alguno por el que pueda argumentarse de un modo positivo y tolerante ante la prostitución.

No. La prostitución no es un trabajo. Es un sometimiento, una degradación extrema de la dignidad de la mujer y, en general, de la dignidad de quien es víctima de ella.

Claro. No se soluciona tal problema –como tampoco el del machismo– por decreto ley. Exige una voluntad decidida de tipo abolicionista por parte de la sociedad entera: la ciudadanía, los gobernantes y todo tipo de organizaciones e instituciones que actúan en la sociedad.

La prostitución es la esclavitud contemporánea. Supone una degradación extrema de la mujer, del ser humano. Y, por ello, es bueno que, en este día internacional de la mujer, la necesidad de su abolición haya de ponerse sobre el tapete de nuestro presente.

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