Me reconfortas, Salamanca querida,
en tu alma culta, enarbolada,
en tu cielo que te unge y te corona,
en tu lengua perfecta y pronunciada.
Tierra sabia y señorial,
paseante sol y crepitante luna,
ardiente soñadora de imposibles.
Infinito pozo de frescura.
En ti la primavera nace,
en ti el Tormes se derrama,
en ti la nieve se posa y se doran
tus paredes como en otoño las ramas.
Si un día mi alma no pasea
O me ves silente y agotada,
Guarda mi amor, en tu recuerdo,
de eterna enamorada.
Mercedes Sánchez