De las 73 pacientes evaluadas por el momento, con una edad media de 28 años, un 30% han sido diagnosticadas de algún trastorno.
Los investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL) José Ramón González Porras y Tatiana Costas Rodríguez, de los servicios de Hematología y Ginecología del Complejo Asistencial Universitario (CAUSA), colideran un proyecto pionero a nivel nacional para un mejor abordaje de pacientes con sangrado menstrual abundante, con el objetivo de detectar si existe algún trastorno hemorrágico hereditario asociado, altamente infradiagnosticados, y mejorar la calidad de vida de estas mujeres.
El sangrado menstrual abundante (SMA) es muy común entre la población femenina, con una prevalencia que oscila, según diferentes estudios, entre el 20 y el 46%, pudiendo llegar a representar más de un tercio de las consultas de Ginecología. Asocia frecuentes episodios de anemia, ferropenia, y fatiga, lo que compromete significativamente la calidad de vida de las afectadas, especialmente entre las adolescentes y perimenopaúsicas. Y supone una merma a nivel psicológico, social, laboral y sexual para las pacientes que lo padecen.
Sin embargo, “muchas lo normalizan y lo atribuyen a una condición heredada de sus madres o abuelas y no le dan importancia”, por lo que es fundamental incidir “en la concienciación, no solo entre las mujeres, sino también entre los profesionales sanitarios, para averiguar si puede ser patológico e investigar la causa que lo produce y ponerle tratamiento”, tal y como apuntan las ginecólogas María José Doyague Sánchez, Lourdes Hernández Hernández, Tatiana Costas Rodríguez, Genoveva Corral de la Cruz y María Cabrero Segurado, del Grupo de Investigación de Reproducción Humana del IBSAL.
En este contexto, y aunque no existe demasiada literatura científica disponible al respecto –de ahí también la importancia de este proyecto-, se estima que entre un 10 y un 20% de las afectadas por sangrado menstrual abundante, e incluso hasta el 30% en población más joven, padecen un trastorno hematológico subyacente.
De momento, se han reclutado a 73 pacientes, con una media de edad de 28 años, a las que se hará un completo seguimiento durante un año, y de ellas ya se han diagnosticado trastornos hemorrágicos hereditarios a un 30%, sobre todo la Enfermedad de von Willebrand, aunque también algunas colagenopatías , “un porcentaje alto que concuerda con series previas, aunque realmente hay muy pocos estudios al respeto. Lo normal es que muchas convivan con la patología sin saberlo toda la vida”, aseguran las investigadoras.
Las pacientes, gracias al abordaje multidisciplinar del estudio, han sido derivadas desde el médico de Familia, Pediatría, Urgencias o el propio ginecólogo, y tras pasar inicialmente por un completo examen en el Servicio de Ginecología para descartar que no haya patología orgánica o funcional, como miomas o quistes que puedan producir el sangrado, y responder a una serie de cuestionarios para filiar la calidad de vida en relación con las reglas abundantes, entran en el estudio para valorar una posible enfermedad hematológica y tener un tratamiento multidisciplinar.
En este punto, y si las pruebas iniciales y el historial de sangrado apuntan a un posible trastorno hemorrágico hereditario, se van aplicando exámenes sanguíneos más específicos para valorar si existe Enfermedad de von Willebrand, algún tipo de coagulopatía rara, un mal funcionamiento de las plaquetas o incluso otras afecciones que afectan al colágeno o al endotelio, “mucho más complejas de diagnosticar y que requieren estudios genéticos”, tal y como explica el hematólogo José María Bastida. Después, son incorporadas a un seguimiento anual con cuatro visitas para la optimización del tratamiento ginecológico propuesto de base.
Los primeros resultados al respecto son muy alentadores. Tal y como explica la doctoranda María Cabrero Segurado, un estudio preliminar realizado a las 50 primeras pacientes que completaron los tres meses del seguimiento y tratamiento, reveló una mejora significativa, no solo en las puntuaciones relativas a la calidad de vida, sino también en las analíticas. “Estamos muy contentos con estos datos, porque es muy relevante que ya se aprecie esta mejoría en el primer punto de corte y con una muestra todavía pequeña”, resalta.