Adoptando una escala de percepción territorial más amplia, las vías pecuarias pueden analizarse como corredores para la conservación, no sólo de especies de fauna y flora, sino también de ecosistemas completos, si bien es este un papel que cabría incrementar notablemente con una gestión adecuada. En biología aplicada a la conservación se denomina “corredor” a una banda de vegetación natural que conecta áreas de cierta extensión que de otra forma quedarían aisladas y cuyas características naturales y valor para la conservación de especies son muy superiores a las de los terrenos que limitan el corredor
Aunque el papel de los corredores en los movimientos de fauna y su utilidad para favorecer la recuperación de determinadas especies en peligro de extinción está siendo cuestionada, por no existir datos concluyentes, se admite que su repercusión es positiva como componentes de una política de conservación a escala regional o de territorio amplio. La potencialidad que ofrece el sistema en este campo es muy considerable, y entre las funciones que algunas vías pecuarias están ejerciendo, o podrían ejercer, se pueden señalar las siguientes
Imagen: Cañada Real Segoviana. Arauzo Torre (Burgos) Santiago Bayón Vera