OPINIóN
Actualizado 20/02/2024 07:55:08
Francisco Delgado

En un artículo reciente, escribiendo sobre la situación actual de la salud mental en la población española después del Covid 19 resumía brevemente la psicopatología más frecuente en los niños, en los adolescentes y en los adultos, en la actualidad. En este segundo artículo me voy a detener en un fenómeno psicosomático que ya existía anterior a la pandemia de Covid, en toda la población, pero que posiblemente ahora está acentuado: me refiero a la tendencia del sujeto a desviar el conflicto psíquico no resuelto hacia lo somático.

Como en la actualidad el Servicio Nacional de Salud está tan deficitario de profesionales especializados en la atención a los trastornos mentales, un gran porcentaje de pacientes con sufrimiento psíquico, que no son atendidos, transforman ( la gran mayoría de las veces inconscientemente) su malestar emocional en uno o varios síntomas físicos, que a veces se terminan convirtiendo en alguna patología orgánica y otras se quedan como trastornos de conversión, es decir en patologías físicas que no tienen ninguna causa ni objetivación somática.

Los médicos que tienen más experiencia en este tipo de pacientes (enfermos con alguna psicopatología que acuden como enfermos físicos) son los médicos de cabecera o de familia. Los médicos de atención primaria tienen una labor difícil con estos numerosos pacientes, pues están limitados tanto por la escasez de recursos de derivación a atención psicológica, como por el rechazo de una parte de estos enfermos a ser derivados a psiquiatría o a tratamientos con psicofármacos, conscientes de que su problemática y malestar no procede de algo médico sino emocional, surgido en su grupo familiar, laboral o social.

Con los niños/as y con los adolescentes la dificultad de atención es aún más difícil, pues los conflictos y molestias que presentan en general no son propios de la edad adulta; por ejemplo un síntoma muy extendido en la actualidad entre los adolescentes y preadolescentes es las autoagresiones, sobre todo en forma de cortes en las piernas, o brazos, con navajas, cuchillos o similares. Una primera cura de la herida autoinfligida es obviamente la primera que debe realizarse, pero si el niño o adolescente es dado de alta después de esa primera cura, sin un abordaje psicoterapéutico de los motivos que han generado la autoagresión, volverá con gran probabilidad a repetir la misma conducta autolesiva, pues sin modificar nada de su malestar psicológico ningún síntoma desaparece.

Una parte importante del déficit actual de personal sanitario en salud mental se podría resolver potenciando los tratamientos de psicoterapia de grupo, que, después de un primer proceso individual, no largo, tienen una gran eficacia terapéutica en la mayoría de cuadros y síntomas psicopatológicos.

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