Las comillas son porque aquí hasta los estalinistas son guadalupanos… Hay que llevarse bien con la iglesia… con las iglesias; mejor llevarse bien que topar con ella, como no dijo el clásico.
Explicar lo que normalmente se entiende por izquierda es complicado. Por ejemplo, entre bromas y veras, México tiene el único partido verde de ultraderecha que hay en el mundo; sí, un partido verde que propone pena de muerte, antiabortista –digo, eso puede tener coherencia, pero, en general, los partidos verdes no suelen estar a favor de la una y en contra de lo otro–; no estoy juzgando sino informando. Ya en serio, es uno de los partidos más impresentables, un “chiringuito” de una familia y unos cuantos… pero al que le funciona ese apellido: Verde y, como los verdes en cualquier otra parte del mundo son considerados izquierda, aquí terminaron siendo eso, por obra y gracia del presidente actual. Le convenía arrimarlos a su molino.
También es izquierda el PT, un partido que simpatiza con la ideología juche, la de Corea del Norte, pero que allá por los 90 fue auspiciado, dicen las malas lenguas, por Salinas de Gortari, el presidente de entonces, para erosionar la izquierda emergente que se estaba aglutinando en torno a la figura de Cuauhtémoc Cárdenas, un expriista, hijo de otro presidente, Lázaro Cárdenas, el “Tata” Lázaro, que, entre otras cosas, nacionalizó el petróleo.
En ese magma zurdo cabe el actual presidente, también expriista, que, para mí, sueña con reconstruir el PRI anterior a Salinas de Gortari, en el que él fue joven y probablemente feliz.
Le cambió el nombre, eso sí, y le puso una sutil alusión a la Virgen de Guadalupe, porque aquí hasta los estalinistas son guadalupanos y hay que llevarse bien con la iglesia… con las iglesias; mejor llevarse bien que topar con ella, como no dijo el clásico.
Parece que esto de amalgamar izquierda más bien radical –estalinistas, algunos con dinero– con expriistas funcionó y les sirvió para tocar pelo, por usar una metáfora taurina, con perdón. Hasta Monedero se la compró… Y creo que la sigue comprando.
Desde luego, les funcionó… Y sigue funcionando, porque tienen poder, cada vez más. Además, López Obrador tenía claro que no es lo mismo verla venir que mandarla traer y, como expriistas que iban siendo, cuando no conseguían su candidatura, digo, su propósito, montaban lío y se iban a otros partidos.
Como lo tenía claro, ahora, desde su poder, procura no dejar que ocurra: un poquito de miedo, otro poquito de prebendas… Mano de hierro y clientelismo, algo en lo que coincide, vaya por Dios, con la derecha, que cuando gobernó, no hizo ascos a los fenómenos de masas ni al corporativismo…
Ni a los militares, con los que también se lleva de maravilla el muy “izquierdoso” presidente actual.
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