OPINIóN
Actualizado 05/02/2024 07:57:12
María Jesús Sánchez Oliva

Como cada 30 de enero el martes se celebró el Día Escolar de la No Violencia y la Paz. En los colegios españoles, como en todos los centros escolares del mundo, los alumnos más pequeños realizaron actividades en defensa de la paz: dibujos, poemas, palomitas de papel… y otros actos que les enseñen a ser defensores de la tolerancia, de la concordia, de la solidaridad, del respeto a los demás, del desprecio a la violencia y del amor a la paz. Pero a las 2 salieron de clase y mientras comían vieron en el telediario las tristes noticias de todos los días: el drama sin nombre que viven los palestinos, el mismo que siguen sufriendo los ucranianos por culpa de una guerra que iba a resolverse en 4 días y va a cumplir 2 años, el de migrantes que más muertos que vivos llegan a nuestras costas huyendo de las guerras de sus países en no pocos casos… el de niños que como ellos celebraron cada 30 de enero el Día Escolar de la No Violencia y la Paz y hoy piden auxilio y nadie puede auxiliarlos, mueren bajo las bombas, ven morir a sus familias o quedan heridos para siempre. Y menos mal que los niños se toman estas actividades como un juego que los libra de las tareas normales por unas horas, porque si se les explicaran los vergonzosos tejemanejes que hay detrás de todas las guerras, ni se molestarían en ir a clase ese día. Para evitarlo quizá solo se organizan para los alumnos más pequeños.

No digo que esté mal, tampoco digo que esté bien, solo digo que en lo que los gobiernos, los tribunales de justicia y todos los organismos con competencias, no dejen de darles consejos y empiecen a darles ejemplo, actos como este ni siquiera sirven para justificar lo injustificable, que es lo que seguramente pretenden.

Por lo tanto, menos consejos y más ejemplos, que los niños, son niños, pero no tontos, y sus profesores lo saben igual que ellos.

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