Un buen profesor conseguirá que todos sus alumnos conduzcan con soltura y prudencia, obteniendo el carnet sin excesivas dificultades
Es un hecho palmario que no todo el mundo tiene la misma facilidad o nivel de autoconfianza a la hora de ponerse al volante.
En este sentido, los responsables de la Autoescuela Premium de Salamanca nos indican que existen dos tipos concretos de alumnos que tienen mayor dificultad para conducir de forma segura y/o para superar el examen práctico de conducción.
Por un lado, están las personas que experimentan nerviosismo, temor o inseguridad cuando se enfrentan al tráfico o a las maniobras. Por el otro, están los que tienden a conducir de forma demasiado confiada o imprudente.
Para ambas tipologías de futuros conductores, la calidad de la labor del profesor de autoescuela es la circunstancia que puede marcar la diferencia.
Un buen profesor conseguirá que todos sus alumnos conduzcan con soltura y prudencia, obteniendo el carnet sin excesivas dificultades. Por el contrario, un profesor del montón puede ser la causa de que esos dos tipos de aspirantes se vean abocados a un carrusel interminable de exámenes o, incluso, al abandono.
Y, además de experiencia, ¿cuáles son las cualidades que definen a un profesor de autoescuela competente? Son cinco:
El monitor de autoescuela debe tener paciencia para enseñar a cada alumno a su ritmo, sin presionar ni agobiar, pero tampoco dejándole acomodarse o relajarse. Es decir, debe saber adaptarse al nivel y a las necesidades de cada uno, corrigiendo sus errores con calma y respeto.
El profesor tiene que ser capaz de ponerse en el lugar del alumno y entender sus dificultades, sus miedos y sus dudas.
En definitiva, debe crear un clima de confianza y comunicación, a fin de que el alumno se sienta cómodo y seguro mientras aprende a hacerse con el volante.
El profesor de autoescuela ha de ser un auténtico experto en circulación y técnicas de conducción. Eso incluye estar al día de las novedades y los cambios que se producen en el reglamento de circulación y en los propios vehículos.
Un buen profesional sabe cómo motivar a los alumnos con dificultades, fijando objetivos realistas y alcanzables. De esta manera, los aspirantes a conductores irán perdiendo sus miedos o superando sus carencias.
Si el profesor consigue, además, que al alumno le termine cogiendo el gusto a la tarea de conducir, el éxito está prácticamente garantizado.
El profesor de autoescuela debe ser consciente de la responsabilidad social que adquiere al formar a los futuros conductores. Por eso debe inculcar al alumno valores como el respeto, la prudencia, la cortesía y la solidaridad al volante.
Además, ha de dejar grabada a fuego en la mente del futuro conductor la idea de que, al volante, una acción o decisión mal tomada puede tener consecuencias funestas.
En resumen, el profesor de autoescuela es una figura esencial en el proceso de aprendizaje de cualquier conductor. De hecho, es el factor que puede marcar la diferencia entre aprobar o suspender y entre conducir bien o conducir mal.