TOROS
Actualizado 25/01/2024 22:46:58
Fermín González

Comienzan a aparecer, la formación de los carteles de las ferias, y, con ellos el mundo de las injusticias y miserias que se mueven por la fiesta de los toros. “Se dice que las peores cornadas se sufren en los despachos, y en los Mesones de buen llantar donde se dan cita, apoderados toreros y Pontífices del conglomerado taurófilo”

Comienzan a aparecer, la formación de los carteles de las ferias, y, con ellos el mundo de las injusticias y miserias que se mueven por la fiesta de los toros. “Se dice que las peores cornadas se sufren en los despachos, y en los Mesones de buen llantar donde se dan cita, apoderados toreros y Pontífices del conglomerado taurófilo”. Efectivamente, hay toreros que entran en estos despachos y locales, y cuando salen, lo hacen inciertos, vacilantes, cariacontecidos y convulsivos, aflorando en sus ojos la rabia contenida.

-No es nuevo-: La fiesta de los toros, siempre estuvo en constante frustración, ya desde sus albores. Tan pronto como la lucha, la lidia, y la rusticidad del toro fue evolucionando a espectáculo pasado por taquilla, empezó a moverse tal cantidad de intereses y mercantilismos, que han sido el rodillo que ha imperado hasta hoy.

El torero había de demostrar en los ruedos su poderío; es decir, su arte, su valor, su capacidad de dominio y su sensibilidad artística. Una amalgama exquisita para que fuera patrimonio de cualquiera. Claro que, al igual que hoy, el toro no era el mismo para todos, aquellos que alcanzaban el triunfo y consolidaban su cartel exigían lo mas granado de las ganaderías, y los restantes coletudos – una legión cada temporada y cada época-, acudían a los despachos a reivindicar la igualdad de oportunidades. Normalmente salían de allí como si le hubieran “mentado a la madre”, o le hubieran pegado una cornada en el “escroto”. Pero esos toreros no tenían aún perdida la partida-. El publico de los toros, sobre todo el de décadas atrás, se mostraba muy permisivo con los toreros llamados “modestos” mientras exigía a los “figuras” que justificaran sus altos ingresos, toreando como mandan los cánones toros de irreprochable trapio. Uno de los grandes cambios en la fiesta, se ha producido en el público cuya actitud – se admiten excepciones-, es la opuesta a tiempos históricos y décadas adyacentes. El publico que ahora va a los toros, no le exige nada prácticamente a las figuras, todo les parece bien, excelso, estético y hasta genial, aunque toree el “aborregado” semoviente de mermado pitón, que muere a espada en presencia publica. En cambio, a los que salen “corneados” del despacho, a los “modestos”, o aquellos que reclaman estar en las ferias por derecho propio, les exigen el toro cornalón, duro y de trapio superior, y si además la embestida es mala, no son pocos los que quedan descalificados para los restos.

Todo lo que esta mal, es susceptible de empeorar, vivimos la moda empresarial, de que aunque muchos toreros hayan triunfado en ferias- no se les contrate-. Hoy ya sabemos como funciona el tinglado, y el intercambio- si tú pones al mío- yo pongo al tuyo-, es una practica que sigue funcionando. Es decir; todo esta atado y bien atado, con tal de que no llegue el díscolo, que desbarate el plan. Ya saben los diestros que integran el panel de los elegidos que obtienen grandes sumas – o eso cuentan- Los que no están en ese panel apenas ganan para vivir, o ni eso, y ahí siguen a la espera de esa oportunidad que les ponga en “orbita”, les posibilite acceder a la fama y ser alguien en esta casi imposible profesión. -

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