En estas fiestas religioso-paganas o pagano-religiosas han pasado dos noticias importantes, sobre el buen hacer del Papa Francisco.
Este Papa, con un cuerpo viejo, pesado y débil, tiene una mente abierta y una voluntad de hierro. Le felicito a él y a los muchos creyentes y no creyentes que apoyamos estas medidas. Nosotros lo venimos haciendo desde la década de los 70-80 del siglo pasado.
Un Papa heroico, con un gran oposición interior de la Iglesia.
Me lo imagino encorvado con una mochila de casi 100 dogmas y cientos de tradiciones a las qué se agarran como náufragos sus oponentes.
Este es el logro de su persistencia: los homosexuales pueden ser bendecidos y aceptados por la iglesia; también los divorciados.
La iglesia católica tiene mucho peso en el mundo y es muy importante que dé pasos hacia adelante con estas personas, sean creyentes o no. Evitará que gobiernos conservadores, dictadores y personas concretas legitimen su homofobia.
El Papa ha sido muy valiente en estos temas y en otros.
Hace tiempo que dijo, en forma de pregunta, en un avión ¿Quién soy yo para jugar o condenar a las personas homosexuales?
Pronto los vigilantes de la doctrina en el Vaticano sacaron un documento asegurando que los homosexuales no podían acceder al Sacramento del matrimonio. Y pusieron límites precisos: solo pueden ser bendecidos y aceptados por la Iglesia. A esta concesión la llaman un “sacramental” que, por lo visto, es menos importante que el matrimonio (este solo es para parejas entre un hombre y una mujer). Una solución muy escolástica, como se ve. Por lo visto, el amor y compromiso entre dos personas no tiene el mismo valor si no son una pareja de hombre y mujer.
En todo caso, el Papa ha conseguido algo muy importante para homosexuales y divorciados, sean creyentes o no.
Mis ánimos para quienes, con mente abierta, facilitan la vida a los demás. Y aplausos a este viejo y valiente Papa, con mente abierta y buen corazón.
Las sectas y las guerras religiosas (las más peligrosas junto con los nacionalismos), en las que los gobiernos y las religiones han hecho alianzas muy destructivas, han llevado a la Iglesia católica y a otras a cristalizar su doctrina en “dogmas” y “tradiciones” muy alejadas de los evangelios.
Ya tuvieron que corregir la forma de interpretar literalmente la Biblia y aceptar solo la traducción latina. ¿Qué pasará con los dogmas y las tradiciones cristalizadas?
Por ejemplo ¿Cómo fue posible el dogma de la infalibilidad de Papa, uno de los últimos aprobados?
Todas las religiones son creencias muy susceptibles de ser interpretadas de forma muy personal. La Iglesia católica ha optado por cristalizar su doctrina en exceso, como dejó claro Lutero. Otras son tenidas por sectas o herejías.
¿Qué poner en el centro: La Biblia, solo los Evangelios, los Dogmas, las tradiciones?
Por ejemplo, ¿Qué lugar deben ocupar las mujeres?
Yo no tengo la solución para los problema de las religiones, pero me pongo empáticamente en el lugar de Papas como Juan XXIII y Francisco, hombres buenos y sensatos. Juan ejemplo de bondad y Francisco de tenacidad y valentía.
Por mi parte, me siento muy ignorante y más cerca de Pessoa, en su verso: “yo la verdad no se la pido ni a los dioses”.
¿Existe la verdad para el ser humano? ¿Cuáles son las relaciones entre verdad, “fé” y “pensamiento existencial?
En la duda la certeza podemos encontrarnos si aportamos por la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Félix López Sánchez