"En Israel y Palestina el horror y el sufrimiento añaden rocas a los muros del odio, miedo y ardiente deseo de venganza. Pero nunca es demasiado tarde para derribar esos muros" (Noam Chomsky)
En Oriente Medio el principal foco de conflicto era Palestina. La ONU había aprobado una partición del territorio esencialmente injusta: concedía a los judíos más de la mitad del territorio cuando su población era muy inferior a la de los árabes. Y, aun así, los sionistas no la consideraban suficiente: querían que toda Palestina fuera territorio israelí. Los sionistas decían que Palestina estaba inmersa en una guerra civil que se había iniciado el mismo día en que la ONU aprobó la partición, pero era una forma muy peculiar de describir la situación. Por otra parte, David Ben-Gurión envió a los Estados Unidos a Golda Meir a recaudar fondos para el terrorismo sionista. Nacida en Ucrania, Meir había emigrado de niña con su familia a los Estados Unidos, y luego había emigrado a Palestina con su marido. Para asombro de Ben-Gurión, en apenas un mes recaudó 50 millones de dólares, y pronto Meir se convirtió en su mano derecha y le confió toda clase de misiones diplomáticas. Llego a 1ª ministra.
El 6 de febrero de 1948, el Alto Comité Árabe publicó una declaración en la que se decía:
Los árabes palestinos consideran que cualquier intento por el pueblo judío o por cualquier otra autoridad de establecer un Estado judío en territorio árabe es un acto de agresión que será resistido por la fuerza. [...]
Se le prestaría un mejor servicio al prestigio de las Naciones Unidas abandonando ese plan y no imponiendo tal injusticia. [...]
Los árabes palestinos juran a muerte ante la ONU, ante Dios y ante la Historia que nunca se someterán a una potencia que venga a Palestina a imponer una partición. La única forma de establecer una partición es deshacerse de todos ellos: hombres, mujeres y niños.
Así, el 2 de abril, a medianoche, una compañía bajo el mando de Uzi Narkis la tomó al asalto y los árabes se vieron obligados a abandonar sus hogares. Era la primera vez que una población árabe era ocupada por judíos. Los judíos sacaban camas de las casas, ponían en ellas a sus heridos y obligaban a las mujeres y a los ancianos árabes a transportarlas hasta las ambulancias para que actuaran como escudos humanos frente a los francotiradores.
Se calcula que los judíos mataron a más de un centenar de aldeanos, la mayoría ancianos, mujeres y niños, y se llevaron 150 prisioneros a Jerusalén. El propósito de este crimen de guerra era explícitamente el de aterrorizar a los árabes para que en el futuro huyeran de sus hogares cuando se acercaran fuerzas judías. “El comandante de la operación, Ben-Zion Cohen, declararía más adelante que si hubiera habido tres o cuatro operaciones similares, no habría quedado ni un solo árabe en el país”. La matanza tuvo una gran repercusión. Los árabes trataron de exagerarla para incitar a los palestinos a combatir a los judíos, pero el efecto fue el contrario: durante los meses siguientes se produciría un éxodo masivo de palestinos que abandonaron su territorio. El jefe de la banda terrorista, Menájem Beguín, calificó la toma de Deir Yassin como un "espléndido acto de conquista" que serviría de modelo para el futuro. En una nota a sus oficiales escribió:
Decid a los soldados: Habéis hecho historia en Israel con vuestro ataque y conquista. Continuad así hasta la victoria. Igual que en Deir Yassin, en todas partes atacaremos y aniquilaremos al enemigo. Dios, Dios nos ha elegido para la conquista.
Disfrazada de árabe, Golda Meir había viajado hasta Transjordania y ahora se entrevistaba con el rey Abdullah I. No era la primera vez que se veían, sino que habían coincidido previamente en otras negociaciones. El rey le dijo que su intención inicial era hacerse cargo del territorio que la ONU había asignado a los árabes, pero que después de la carnicería de Deir Yassin y de los continuos crímenes de guerra que estaban perpetrando los judíos, no tenía más opción que ocupar toda Palestina y que lo máximo que podría hacer es garantizar una forma de Estado Autónomo dentro de su reino, confiando en que podría llegar a un acuerdo con las autoridades judías cuando se calmaran las aguas. El rey dijo: ¿Por qué tenéis tanta prisa en proclamar vuestro Estado? ¿Por qué no esperáis unos pocos años? ¿Yo tomaré todo el país y vosotros estaréis representados en mi parlamento? Os trataré muy bien y no habrá guerra. respondió Meir: Majestad, nuestro pueblo ha estado esperando 2.000 años. ¿Podría usted llamar a eso "prisa"? Meir recordó entonces que se había acordado una partición del territorio, pasando por alto que el acuerdo no incluía el exterminio o la expulsión de los árabes que vivían en la parte judía, así como la intención de los judíos de apropiarse igualmente del resto de Palestina. En realidad, el interés del rey por Palestina consistía principalmente en evitar la creación de un estado árabe gobernado por el muftí de Jerusalén, que podría hacerle sombra precisamente por controlar Jerusalén, que también era una ciudad sagrada para los árabes, por detrás de La Meca. La existencia de un Estado judío en sí mismo no le preocupaba. Pero los crímenes sionistas no le daban opción de defender una postura moderada entre los árabes. (continuara).
Documentación histórica (Carlos Iborra)
Fermín González, salamancartvaldia.es, blog taurinerías