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CULTURA
Actualizado 03/01/2024 11:38:28
Charo Alonso

La intérprete y compositora le pone banda sonora al talento musical de una Salamanca que se reivindica en el extranjero.

El aire se serena cuando suena la música de las esferas compuesta por Alba S. Torremocha. El domingo 19 de noviembre del 2023, bajo ese cielo de Salamanca que la vio nacer, escuchamos por vez primera una composición de aquella niña a la que su padre despertaba con música clásica, violinista desde los cinco años, convertida ahora en la compositora audaz de talento vibrante, genio sereno siempre en busca de la originalidad y la excelencia. Dueña de una trayectoria espléndida, el viaje la ha llevado más allá de esta Salamanca que ama y a la que regresa al abrigo de los suyos y de la Joven Orquesta Sinfónica de Salamanca en la que entró con diez años de la mano de Víctor Moro, artífice de uno de los proyectos que más orgullo nos produce a los salmantinos y a la que Alba oyó tocar, emocionada, música de su autoría.

Aquella niña toma ahora la batuta, empeño empoderado de sus manos delicadamente llenas de anillos, para demostrarnos que la composición musical y la dirección de orquesta ya no son coto vedado a las mujeres que, como ella, arriesgan juventud y creatividad y conjuran la distancia para lograr la excelencia. Salidos de la Joven Orquesta, los grandes talentos de la música salmantina destacan en las mejores agrupaciones, y, como Víctor Reyes, le ponen banda sonora a las historias que son hitos internacionales. Estudiante de la prestigiosa Escuela Musikene, en el País Vasco, Alba supo pronto que su música relataba un mundo que merecía el esfuerzo de estudiar en Nueva York, ciudad a la que llegó con 21 años y donde hoy ejerce de profesora y de reputada compositora de bandas sonoras, mientras sigue tocando, cantando, viviendo la música con entrega apasionada, con rigor y original alegría. El talento dramático de sus composiciones aparece en música de videojuegos, series, películas, cortos, documentales… y nace de su fecunda mezcla de influencias: música concreta, orquestal, clásica, pertenencia a un grupo de pop, diversidad de proyectos: “Se trata de aunar expresiones, crear un sonido que me represente”, afirmaba cuando llegó a Salamanca. De nuevo en casa, Alba suena a los sones de la Orquesta donde empezó a escribir el pentagrama de su entrega a la música. Y Carmen Borrego la retrata en uno de los rincones más emblemáticos de Salamanca, el Café Novelty, donde los cromados art déco y la luz de la Plaza iluminada, le dan al perfil prerrafaelita de la compositora y directora de orquesta un aura que brilla aún más. Son estos retratos los de una artista en su camerino, dispuesta a salir al escenario, saludar al público y levantar la batuta de su genio para que se inicie la música que habita el ser de Alba S. Torremocha.

Charo Alonso: ¿Cuál es el rincón de Salamanca, aparte de tu casa, al que tienes ganas de venir?

Alba S. Torremocha: ¡Me encanta sentarme en uno de los bancos del Patio Chico cuando no hay nadie! Es uno de mis rincones favoritos de la ciudad.

Ch.A.: ¿Qué significó para ti el concierto con la Joven Orquesta, de la que saliste para estudiar fuera? ¿Cómo te sentiste oyendo tocar por ellos tu música?

A.S.T.: Fue un momento precioso y con un significado para mi increíble, la verdad. Dedicarse a las artes nunca es fácil, y uno siempre tiene la duda de si fue la decisión correcta, especialmente cuando esa decisión te ha llevado a estar fuera de tu país y lejos de tu familia. Momentos como el estreno de una obra en tu ciudad te dan fuerza para continuar.

Ch.A.: ¿Qué nos falta, y no precisamente talento, para que Salamanca sea una ciudad volcada en la música clásica?

A.S.T.: Es una buena pregunta. Creo que es un problema tanto cultural como generacional. La sociedad española se ha acostumbrado a que la cultura este subvencionada por el estado, y por lo tanto no cuesta dinero o no es algo en lo que merezca la pena invertir recursos. Esto a su vez hace que la oferta cultural esté decidida por el estado, en vez de por el público, lo que hace que el público se sienta menos en contacto y menos representado y por lo tanto se sienta menos incentivado a invertir dinero en cultura. Es una pescadilla que se muerde la cola.

Ch.A.: Vives en Estados Unidos, el mejor lugar para estudiar música de cine, trabajas dando clase y haciendo bandas sonoras… ¿Cuándo te diste cuenta de que tu música, tan narrativa, quería contar historias?

A.S.T. La narrativa siembre ha sido un hilo conductor en mis piezas, incluso antes de dedicarme a la música de cine. Yo, cuando concibo la estructura de cualquier pieza, estoy siempre imaginándome una historia de principio a fin. “En esta parte conocemos al personaje principal, en la siguiente sección hay un conflicto y finalmente una resolución” o “Vamos a visitar diferentes áreas de este mundo, cada una de ellas con una serie de características y criaturas diferentes” y esto es lo que determina los temas, instrumentaciones y desarrollo de la pieza. Por lo tanto, dar el paso a la música de cine para mí ¡fue una transición completamente natural!

Ch.A.: ¿Crees que cuando vemos una serie, un documental, una película, le damos importancia a la música?

A.S.T.: Como público, no nos fijamos en la música de una manera consciente, pero sin embargo tiene un efecto brutal en nuestra percepción de la narrativa. Si tienes curiosidad, haz una prueba, pon una escena de terror con el volumen al cero, y verás que el monstruo de turno es diez veces menos aterrador. O una lucha de gladiadores, sin la música parece muchísimo menos épico.

Ch.A.: Eres compositora, directora de orquesta ¿Por qué nos ha resultado siempre tan extraño ver a una mujer batuta en mano?

A.S.T.: Como en cualquier otro ámbito, el acceso de la mujer a posiciones de poder y liderazgo ha sido lento y muy progresivo. En el mundo de la música clásica, las figuras del compositor y director de orquesta están en la cúspide de la jerarquía de poder. Por lo tanto, la presencia femenina ha sido históricamente escasa en estos roles. Es cuestión de seguir representando y normalizando la presencia de mujeres en estas posiciones.

Ch.A.: Eres una mujer joven, cosmopolita, preparada. ¿Has sentido ese machismo propio del mundo de la música clásica?

A.S.T.: Una de las cosas que siempre he valorado de la cultura neoyorquina (que no estadounidense en general) es el respeto que se le da al trabajo y la seriedad. Si tú tienes capacidad de trabajo y has desarrollado unas habilidades y reputación en tu campo, la gente te respeta, independiente de tu género o raza.

Ch.A.: Eso es genial. Alba, los instrumentistas, y no digamos compositores y directores de lo "clásico", parecen serios y formales. Tú tocas en un grupo de música y cantas, ¿cómo lo compaginas?

A.S.T.: Va un poco ligado a la pregunta anterior. Para mí, una vez que tienes suficiente confianza en tus habilidades y reputación, la parte de las apariencias pierde un poco de importancia. Para mí, tocar y cantar en un grupo pop me da una visión diferente sobre la producción musical y hace que mi música ‘seria’ se enriquezca y tenga una perspectiva más variada. ¡Todo está conectado!

Ch.A.: Tocas el violín desde los cinco años. ¿Echas de menos tocarlo más?

A.S.T.: ¡Con suerte aún sigo tocándolo bastante! En mi banda Rosalind, toco el violín eléctrico y en mis bandas sonoras siempre grabo el violín, la viola y el cello yo misma.

Carmen Borrego: ¿Ganas de volver a casa, Alba, a Salamanca?

A.S.T.: Muchas. Confío que este primer concierto en Salamanca sea el inicio de nuevos proyectos.

Carmen Borrego, Charo Alonso.

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