Su visita simbolizó la amistad, la importancia de la Fundación de Alba de Tormes y el amor de ambos por Dios
El Belén Viviente de Alba de Tormes finalizó a lo grande y con un acto que no estaba anunciado en el programa. Tras el reparto de rosquillas, la aparición de los Reyes Magos a caballo y la adoración al niño Jesús, fue el turno de Santa Teresa y San Juan de la Cruz.
El carro de la Marcha Teresiana se abrió paso desde la calle Sánchez Llevot remontando el Belén Viviente y a la villa ducal al año 1570, en una visita que Teresa de Jesús y Juan de la Cruz hicieron para observar in situ la que sería la octava fundación de la santa andariega: El Monasterio de la Anunciación en Alba de Tormes.
Y en ese camino de Salamanca a Alba de Tormes, los dos santos, representados por Beatriz Briñón y Jorge Jiménez, visionaban su deseo de haber estado presentes en el nacimiento de Jesús en Belén.
En un momento de plena oración, ambos desembarcan en el Belén Viviente de Alba de Tormes. En ese momento conversan sobre lo que para ellos significa la Navidad y San Juan de la Cruz recita su poema ‘Romance del Nacimiento’.
Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía,
abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre
en su pesebre ponía,
entre unos animales
que a la sazón allí había,
los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,
festejando el desposorio
que entre tales dos había,
pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía,
que eran joyas que la esposa
al desposorio traía,
y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:
el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.