OPINIóN
Actualizado 23/12/2023 09:32:23
Julio Fernández

La primera sesión del control al nuevo gobierno, última reunión del Congreso de los Diputados de 2023, discurrió por los mismos derroteros de enfrentamiento político entre oposición y gobierno que han presidido la actividad parlamentaria desde que Pedro Sánchez fue investido, en 2018, presidente del gobierno, por primera vez, después de la moción de censura presentada al gobierno del PP de M. Rajoy.

Y es que el PP se instaló, primero con Casado y después con Feijóo y Ayuso (que es la que maneja a su antojo a todos los responsables del PP, como a guiñoles), en la crispación permanente, en la negativa a colaborar con el gobierno ante cualquier tema, en la oposición frontal -incluso ante las instituciones europeas- de la gobernabilidad del Estado. Es más, el PP estaría encantado si a España le fuera muy mal y la economía se hundiera, porque han intentado que el gobierno español no reciba los fondos europeos posteriores a la pandemia y por la crisis internacional generada por la guerra de Ucrania.

Feijóo sigue “avinagrado” y con “berrinche permanente”, como lo ha calificado acertadamente el presidente Sánchez, porque habiendo ganado las elecciones –algo que reconoce de forma obsesiva y compulsiva- , ha sido incapaz de dialogar, pactar y de llegar a acuerdos –con la excepción de la extrema derecha de Vox- con la inmensa mayoría de las fuerzas políticas. Feijóo, en el fondo, es un personaje político soberbio y displicente, porque siempre se ha creído el centro de gravedad de la política moderada. Olvidó este gallego que la política nacional nada tiene que ver con el gobierno de la aldea, máxime cuando esa aldea es muy proclive a utilizar prácticas caciquiles más propias de una sociedad española decimonónica que de la del siglo XXI. Y es en las situaciones adversas cuando conocemos mejor a las personas, no en los momentos fáciles.

Ni Feijóo ni el PP ni Vox tienen un proyecto serio de país y el líder orensano anda perdido entre la nebulosa fría de la “Santa Compaña”, porque parece que siempre planea reunirse con los radicales reaccionarios para ver cómo salen del “atolladero” en el que se encuentran sumidos, al estilo de las reuniones entre las almas del purgatorio. El ejemplo más claro de todo ello es que desde que Feijóo es el líder el PP siempre ha tenido excusas –todas diferentes- para no pactar con el PSOE la renovación del CGPJ, como también las tenía Casado. Lo que demuestra que ni Casado mandaba ni Feijóo manda en el PP; son unos simples vasallos, nunca mejor dicho. Se le puede aplicar a Feijóo el relato que hace el Cantar del Mío Cid a Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, por la lealtad hacia su rey, al igual que Feijóo le profesa la lealtad a Ayuso y Aznar: “qué buen vasallo sería Feijóo si tuviera un buen señor”. Cuando Feijóo era el señor de sí mismo, en el reino galaico, no actuaba de la misma forma, con la misma inquina, con el mismo odio y con el mismo rencor que siendo vasallo de sus señores. ¿Por qué será? ¡Qué señores más autoritarios y despostas tiene el pobre vasallo!

Pero como el vasallo Feijóo desea ser el señor del reino hispano, cuando el legítimo mandatario le sugiere reunirse con él, quiere imponer su criterio, sus exigencias y sus devaneos, aunque, en verdad, no son los suyos, sino los de sus señores Ayuso y Aznar y el de otro espontáneo al que también quiere agradar el vasallo Feijóo, un espontáneo llamado Abascal que igualmente sueña con ser un buen vasallo, del estilo de Rodrigo Díaz de Vivar, al que quiere imitar montando a caballo, pero sin conocimiento previo para manejar sus riendas.

Feijóo plantea muchas exigencias. Alguna de ellas lo retratan claramente, porque plantea algo que él incumple. Que pretenda que el presidente del gobierno impida la moción de censura en el ayuntamiento de Pamplona provoca hilaridad, porque el PP ha pactado en más de 100 ayuntamientos de toda España y en varias comunidades autónomas, incluso sin haber ganado las elecciones, con Vox, un partido radical y reaccionario con ideas nazis y fascistas. Ya se ha visto en Baleares, donde el PP ha tenido que tragar con las exigencias de Vox para aprobar los presupuestos de la comunidad para 2024 o en la Región de Murcia, donde Vox ha conseguido en el presupuesto 100.000 euros para financiar manifestaciones contra el gobierno de Sánchez. ¿No huele esto a prevaricación y malversación de caudales públicos?

Como nos adentramos en fechas muy señaladas, desde mi Arcadia miezuca, desde este mirador de la Code, el más imponente mirador de la Ribera, en palabras de Unamuno, desde este maravilloso enclave que me inspira y me motiva, deseo a todos una FELIZ NAVIDAD.

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