Se cayó la joya de la corona de los humedales españoles, Doñana. Ese conjunto de ecosistemas que albergan una biodiversidad única en Europa, por su tamaño y variedad, y una de las joyas más importantes del mundo en ese terreno. Se cayó y nos deja entristecidos. Se ha caído, al ser expulsada de la prestigiosa Lista Verde de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) el mayor organismo ambiental del mundo, que analiza y reconoce las mejores prácticas de protección y gestión ambiental en 77 enclaves ubicados en 60 países.
La decisión de expulsar al Parque Nacional de Doñana de esa Lista Verde, creada en el 2012, es el resultado de un análisis pormenorizado, realizado durante dos años por 10 expertos y verificado posteriormente por un equipo externo independiente. El hecho significa que es la primera reserva ecológica mundial expulsada de la UICN y pone en evidencia la mala gobernanza y gestión que se ha hecho del humedal de Doñana y su entorno, dado el progresivo declive de su fauna y flora. Un bochorno nacional e internacional.
La noticia no sorprende, pero no por temida y esperada es menos grave. A lo largo de los años, los científicos fueron alertando del gran riesgo que corría el humedal, dando señales de alarma sobre el deterioro del entorno del Parque Nacional debido, fundamentalmente, al desarrollo de la agricultura intensiva, al turismo desbocado y a la sequía extrema de los últimos años. La exclusión de Doñana de la Lista Verde mundial es la evidencia de que la Junta de Andalucía, como Administración competente en el asunto, e independientemente de quien gobernara en ella, no ha puesto remedio a los errores de la mala gestión, acumulados con el paso del tiempo.
Las dos primeras causas apuntadas: agricultura intensiva y el turismo, son consecuencia directa de intereses cortoplacistas, muy vinculados a procesos electorales teñidos de populismo que han obstaculizado el hacer un diagnóstico acertado, e impedido que los políticos le prestaran la atención debida para ponerle una solución al problema. Es más, el Consejo de Participación, uno de los órganos de gobernanza del Parque Nacional, ha sido ninguneado por los políticos, oponiéndose a sus propuestas de regularización de los regadíos y a su propio presidente, también exdirector de la estación biológica del Parque, Miguel Delibes de Castro.
En cuanto a la tercera de las causas citadas como principales, esto es, la sequía extrema, debido a la ausencia o escasez de lluvias, vienen a complicar la agonía de Doñana, que está viviendo la sequía más prolongada desde 1970. Una sequía meteorológica que nos ha traído el otoño más cálido tras el de 2022 y eso es común a toda España, lo que requiere un mayor rigor en la gestión del agua como recurso para la vida en este templo de la diversidad que, todavía, es Doñana.
Hace unos años tuve el privilegio de visitar Doñana, por primera vez, e imbuirme en su frondosidad y frescura, máxime cuando era primavera y estaba en su exuberante esplendor. Pero el Parque ya no es lo que era. Aquella frondosidad se ha reducido, el agua bañando las tierras se ha evaporado, la laguna de Santa Olalla, la más grande, solo se llenó en un 10% de su superficie en el 2022; muchas especies de animales y árboles han muerto, los alcornoques centenarios se están secando, y los caballos marismeños recorren el lecho de la laguna, seca, sin apenas hierba para comer.
Doñana se encuentra en un estado lamentable. Un paisaje desolador, comparado con lo que era esta joya de la naturaleza, que, a quienes hemos tenido la oportunidad de vivirla, nos genera la tristeza y la añoranza de haber visto a esos caballos salvajes, pactando en la marisma, con libertad de una noche rociera, tan gráficamente reflejado en esa popular sevillana que en su primera estrofa dice: “No puede ser rociero/ Quien no ha visto en la laguna/… Los caballos marismeños/ En una noche de luna/… Si usted no ha visto esas cosas/ Aunque se haya divertido/ Usted habrá visto la fiesta/ Pero no ha visto el Rocío”.
Quien guarda halla y, a pesar de haberse caído de la Lista Verde, la joya de la corona de los humedales, Doñana, aún conserva, afortunadamente, cuatro grandes reconocimientos internacionales: es Patrimonio de la Humanidad, Reserva de la Biosfera, Humedal Ramsar y Red Natura 2000. Y podría volver a la Lista Verde, si la Junta de Andalucía se lo toma en serio y aplica las medidas regenerativas necesarias para la recuperación, según la UICN. La institución internacional para la Conservación de la Naturaleza no cierra la puerta, tras el aviso dado, y está dispuesta a prestar su ayuda para mejorar la gestión y los resultados de conservación que permitan a Doñana recuperar su reputación y la vuelta a la Lista Verde.
El acuerdo firmado el pasado 27 de noviembre del corriente 2023, entre la Junta de Andalucía y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, es un paso importante para la recuperación del sello verde de calidad perdido. Tal acuerdo permite la retirada de la polémica proposición de ley de la Junta de Andalucía, con la que se pretendía regularizar y legalizar más de 1.500 hectáreas de cultivos alrededor del Parque Nacional y que se han chupado el agua de los acuíferos, lo que agravaría aún más el estado calamitoso del Parque. A cambio, contará con una inversión estatal de 350 millones de euros para la zona protegida y para eliminar las explotaciones agrícolas ilegales del entorno.
Por lo que a los efectos del cambio climático se refiere, en España las emisiones del efecto invernadero han caído a mínimos históricos, debido al avance de las energías renovables y cierra el año 2023 con un descenso del 7,5% de los gases emitidos, según el centro de investigaciones del cambio climático BC3. Más modestos han sido los resultados de la reciente Cumbre del Clima COP28 que, aunque en el documento final se cita el “transitar hacia el fin” de los combustibles fósiles, todo parece indicar que sería preciso eliminarlos de forma rápida y rotunda, para mejor luchar contra la sequía que azota a gran parte del mundo y especialmente a la joya de la corona, Doñana, que no solo es un valor local, o regional, sino que, también, es un patrimonio universal de toda la humanidad.
¡Feliz Navidad!
Les dejo con Los Romeros de la Puebla y los ecos de las marismas en No puede ser rociero:
https://www.youtube.com/watch?v=wdSZ0DJjcuM
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© Francisco Aguadero Fernández, 22 de diciembre de 2023