Árboles navideños altos, más altos, fútil competencia, de lo absurdo presunción.
Adornos, las bolas, la estrella, el haz de luz… y toda la ornamentación.
Luces bombillas y ledes, el consumo, la energía, brillo en el satélite desde cada rincón.
Las tiendas, las compras, las colas, la lista del súper con un tachón; la de los regalos hecha, (la lista, que se cuela en la fila… o no); los nervios, prisas y agobios, carreras con desazón.
El belén, la tradición, lo de fuera, lo ajeno, lo propio, la mezcla y la invasión. La estrella de Oriente, la nieve de algodón, los caminos de serrín, los pastores las ovejas y el zurrón.
Papá Noel, rojo y barba, un negro cinturón; el gorro, el calcetín, la chimenea, “ho-ho-ho”, (no precisa traducción).
Los Reyes Magos, la carta, la sorpresa, los camellos, los pajes, el carbón; corazón acelerado, zapatitos brillantes ante el balcón.
Los villancicos, zambomba, el pandero y el tambor. La dulzaina, los coros, la banda y el orfeón.
El cielo blanco, la escarcha, la cencellada a traición.
El frío sin una estufa ni brasero de picón, dormidos en aquel suelo envueltos entre cartón.
La falta de PAZ, las guerras, las bombas, la muerte (sin piedad ni extremaunción).
La matanza de inocentes, eco y repetición, sin medida sin sentido sin ninguna contrición.
Los calendarios de adviento, sólo a un día o a dos.
La comida, los manjares, los dulces, el atracón, los brindis, las sobremesas, el mazapán y el turrón.
Los abrigos, las bufandas, la roja ropa interior, los guantes a medianoche, (mejor un buen camisón).
Los amigos, los cuñados, primos al ordenador; los mensajes, las pantallas, los vídeos sin restricción.
Las campanadas, las uvas (desde la Puerta del Sol).
Los trasiegos, carreteras, los viajes de sol a sol, y en el aeropuerto abrazos de abuelos… ¡con apretón!
FELIZ NAVIDAD. PAZ en el mundo y en los corazones.
Mercedes Sánchez