Fiel a su cita llega la Navidad. Este año sin corona de estrellas, sin túnica de arco iris, sin repique de castañuelas y sin redobles de pandereta: está triste, muy triste, no trae ganas de cantar villancicos y no es para menos. A las guerras que no mueren se le suma este año la de los Santos Lugares. Han pasado veinte siglos y casi la cuarta parte de otro y los niños de Palestina están naciendo como nació Jesús: a la intemperie porque las bombas han acabado con los hospitales, con sus casas y con las tiendas de campaña. Han pasado veinte siglos y casi la cuarta parte de otro y los padres de Palestina están huyendo de su tierra como María y José para salvar a sus hijos de sus dos verdugos: Hamás que los mata e Israel que no quiere dejar ninguno vivo. Han pasado veinte siglos y casi la cuarta parte de otro y los niños de Palestina que milagrosamente sobreviven se están quedando sin familia, sin amigos, sin escuelas y lo que es más terrible: sus dos enemigos disponen de armas que matan más de prisa, a mayor distancia y a más personas a la vez.
Fiel a su cita llega la Navidad, pero este año, los Reyes Magos de Oriente, no pueden llevarles a los niños de Palestina el oro del pan, el incienso del agua y la mirra de las medicinas; ni los ángeles de la sanidad, por falta de todo, pueden curarlos; ni los pastores de las ONG, por mucho que se esfuerzan, pueden hacer otra cosa que pedir auxilio por ellos aunque sea inútil; ni las lavanderas de buen corazón pueden lavar sus pañales por falta de agua y jabón, ni los leñadores de buena voluntad pueden hacer fuego para servirles de mula y de buey, y es tal la crueldad de ambos bandos que solo tienen dos posibilidades: esperar a verlos morir, o morir antes que ellos.
Fiel a su cita llega la Navidad. Este año sin corona de estrellas, sin túnica de arco iris, sin repique de castañuelas y sin redobles de pandereta: no puede cantar villancicos, solo le queda voz para pedir a los dioses de la tierra que se unan para acabar con los Herodes que después de más de veinte siglos siguen gobernando el mundo.