Quizás esta rampa llame algo la atención, pero Las Claras es un magnifico escaparate de soluciones de accesibilidad salvo un par de situaciones imposibles.
Hace unos días nos hacíamos eco de un convenio relacionado con la accesibilidad en el transporte público, con aliento municipal. Un tema sobre el que he insistido apuntando ideas y muestras de otros lugares. La accesibilidad, en genérico, les ha costado materializarla en serio, pero desde hace tiempo la preocupación de nuestros munícipes gobernantes parece sincera y se progresa. Meses atrás planteé la necesidad de prestarle atención en el turismo, clave de nuestra economía. Si bien su explotación hostelera suele añadir algunos problemas de estos, no voy a entrar en ello.
La Capilla de Los Milagros, prolongando la Iglesia de Sancti-Spiritus, cuenta con su acceso adaptado aunque la Cuesta donde se enclava no ayude mucho.
Entonces proponía elaborar un Plan, a partir de un particularizado y riguroso estudio, buscando garantizar la máxima accesibilidad posible a nuestros edificios mas notables. Soy consciente que hay situaciones imposibles, como subir a torres. Pero entrar en la mayor parte de esos edificios, fundamentalmente iglesias, no tiene por qué llegar a ese punto. Y se hacen cosas, si bien parece más voluntarismo de parroquias, Universidad u otras entidades. En demasiados casos chocan con pequeños grandes obstáculos, como puertas históricas o decisiones de otros, aislando actuaciones interiores.
Interesante solución en La Purísima, con un brevísimo escalón en la calle.
Tras mucho tiempo he vuelto a visitar algunas céntricas iglesias, olvidadas tal vez por visualizarlas más con perspectiva de turismo que de vida salmantina, y observo esa voluntad de mejorar su accesibilidad. También la media de edad de sus usuarios no será ajena a ello. Hay casos en el cual el fallo está en la conexión entre el Ayuntamiento y esas iniciativas. Vemos la lograda actuación en La Purísima, donde unos breves centímetros municipales pueden restarle eficacia. Partir de cota 0 es fundamental.
La Iglesia de Santo Tomás Cantuariense acostumbra a abrir la puerta de la torre, con escalones.
Otra de las máximas para procurar la accesibilidad universal es conseguir el uso por parte de todas las personas de la misma puerta e itinerario, evitando así segregar y señalar a pesar de posibles inconvenientes físicos. A veces directamente no es posible y no está mal buscar alternativas. Por ejemplo, si hay varias puertas a la calle y una es accesible o fácil de acondicionar, convertirla en el acceso principal puede ser la solución. O mantenerla también abierta permanentemente (y señalizarla).
Esfuerzo baldío en la Catedral Nueva. Aunque para reto la comunicación interior entre iglesias.
Quizás el conjunto catedralicio ejemplifique esto. La actual puerta de entrada tiene una rampa cuya pendiente resulta dificultosa incluso para personas perfectamente sanas, precedida de unos escalones que vuelve incomprensible su utilidad. Unas decenas de metros más allá hay habilitada una puerta de apertura “a la demanda”. Una solución más adecuada, aparte de volver a la entrada anterior, como una rampa con pendiente apropiada implicará a varias entidades. Seguramente impactaría visualmente, como en el Museo de Las Claras, pero su actual entorno poco tiene que ver con el de décadas atrás.
Bastante sencilla la solución en el interior de San Esteban, lástima de entrada.
Un trabajo de estas características lo deberían impulsar el Ayuntamiento y la Junta de Castilla y León, ambas instituciones. Permitiría buscar soluciones con mayor perspectiva y respeto al patrimonio, además de optimizar mejor la inversión privada o en colaboración con la pública. Apostar por el turismo no solo es abrir unos cuantos grandes edificios, reconvertir en hoteles el resto y llenar de terrazas calles peatonales del casco antiguo. Lograr una ciudad más atractiva y pensada para todas las personas también lo impulsa. Y todavía existen salmantinos, que usan muchos de esos edificios.
La Universiad también tiene un interesante catálogo de soluciones, en este caso fue sencillo adaptar las dos puertas del edificio. Otra cosa es el servicio público de Correos en la Gran Vía.