Y sigues allí,
perenne en tu espacio
nebuloso
y frío,
dorada de hiedra,
henchida de bella,
inundada de niebla.
Allí estás,
agazapada,
con tus difuminadas
luces del otoño
en cada noche
adormecida.
Guirnalda.
Eterna.
Hermosa.
Sinigual haz que ilumina
el ansia dibujada,
el arco,
la línea,
sillar sobre sillar,
piedra
haciendo historia
sobre piedra.
En ti resuenan
pisadas presurosas.
En ti la noche
no descansa.
En ti flota
la delicada
bruma.
En tu cielo
la luna
desvanecida.
Plaza de sueños
y auroras.
Plaza de risas
y abrazos.
Enamorada recorro
tu geografía.
Niebla en mi Plaza.
Corazón de poesía.
Mercedes Sánchez