La última semana hemos vuelto a tener un contratiempo con una chica que ha venido con dieciséis años a la casa escuela habiendo cursado segundo de la ESO. Aún así no la podemos matricular porque no tiene el informe de un consejo orientador. Tendrá que perder un año en un colegio donde no quiere estar y rezar porque tengan a bien hacerle un informe para hacer el grado básico de cocina. Se podría quedar sin estudios por un estúpido informe.
Respecto a los inmigrantes estamos ante la misma tesitura. Por un lado en extranjería dicen que si estudian formación profesional los legalizan antes y por otro no pueden hacerlo si no tienen el bendito informe del consejo orientador que debe ser fácil traerlo en la patera o debajo un camión. No prevalece el interés de la menor como se puede comprobar.
Nos estamos convirtiendo en una sociedad aborregada. Vendidos a un bienestar superfluo. Somos según los últimos datos de los países europeos con mayor pobreza infantil el 28´3% , unos 2,2 millones de niñas y niños.
Yo como educador me siento un cazatalentos, no me he encontrado en treinta años de profesión un solo menor sin algún talento especial. Sin embargo la escuela y la sociedad a excluido a muchos.
La ley de arraigo dice que pueden solicitarla los inmigrantes que ya lleven aquí tres años. No les vale los que tengan oferta de trabajo el primer año. ¿ Cómo piensan los legisladores que sobreviven esos tres años?. La justifican derechas e izquierdas con el efecto llamada. No saben que a un lado de la frontera el salario es como mucho 250 y al otro como mínimo 1080. Estos políticos sólo viajan de resort en resort.
Cumplir la ley no es sinónimo de justicia social ni mucho menos. Los que dedicamos nuestra vida a la educación debemos adelantarnos e intentar denunciar la inoportunidad de muchas leyes para la igualdad de oportunidades.
Las leyes más importantes de nuestra civilización se están incumpliendo en Gaza, en Ucrania, y en la mayor parte del mundo. Somos un porcentaje pequeño el que puede presumir de seguridad. No me refiero a circular a treinta por las ciudades que es del todo ridículo.
Hay que poner leyes pero debería haber funcionarios con conciencia social que estuvieran dispuestos a flexibilizar y adaptarlas a las circunstancias favorables de los más vulnerables. No como se está haciendo políticamente con burgueses adinerados.
Se está demostrando una sociedad sin escrúpulos que permite el exterminio de niños cuanto más el fracaso escolar. La nueva ley de educación trae cambios vacíos de contenido. No cambia el espíritu evaluador del profesor ni integra a los estudiantes.