OPINIóN
Actualizado 07/12/2023 08:00:54
José Luis Puerto

De modo inesperado (la muerte nunca avisa), se nos ha ido, poco antes de que noviembre terminara, Ángel Infestas Gil (Villalpando, Zamora, 1941 – Salamanca, 2023). Lo evocamos desde nuestra amistad y desde ese afecto mutuo que siempre nos mantuvimos.

Y estas palabras, más que trazar trayectoria alguna –la de Ángel Infestas es muy dilatada y de dominio público–, quieren ser el homenaje a una vida que entregó lo mejor de sí mismo a los demás, en su caso a través de la transmisión de su conocimiento a un alumnado diverso, a lo largo de todo su existir profesional en la Universidad de Salamanca.

Recordamos cómo, en la Salamanca de los años setenta del pasado siglo, cuya universidad, en el ámbito de las letras, carecía de varias especialidades (psicología, pedagogía, sociología, esta última la especialidad suya), Ángel Infestas llega a la ciudad, con su título de sociólogo y es uno de los que colabora, ya dentro del organigrama universitario, para esa progresiva creación de nuevas especialidades, primero a través del I.C.E. (Instituto de Ciencias de la Educación), que pondría en pie el C.A.P. (Curso de Aptitud Pedagógica).

Ahí está, en ese momento salmantino, la figura de Ángel Infestas. En el I.C.E., sería investigador, en el área de educación, fruto de lo cual es su estudio La enseñanza superior en Castilla y León (1940-1980) (Salamanca, 1983).

No podemos resumir aquí su itinerario administrativo como docente en la universidad salmantina. Sería catedrático de Sociología de la Empresa de Escuela Universitaria (profesor titular de universidad), primero en la Escuela Universitaria de Empresariales, que luego se integraría en la Faculta de Economía y Empresa; perteneciendo al departamento de Sociología. Y formaría parte del equipo de gobierno de la Universidad de Salamanca, de 2003 a 2007, como vicerrector de estudiantes, siendo rector Enrique Battaner.

En su especialidad, es autor de una considerable obra, que algún día habría de ser reeditada, al menos una selección de lo más significativo de la misma; tarea que le correspondería a la universidad salmantina en la que desarrolló su labor docente.

Entre sus publicaciones, traemos aquí una, en colaboración con Miguel Grande y con José María Hernández Díaz, titulada La educación en Castilla y León (1984), publicada por el sello editorial vallisoletano Ámbito y que tendría una gran difusión; siendo un libro de referencia sobre la materia.

Nos resulta grato que el ayuntamiento de su localidad natal, Villalpando, haya decretado un día de luto, en memoria de uno de sus hijos más notables; lo que dice mucho de una corporación municipal; no todas son tan caídas ni tan generosas.

De todos modos, más allá de datos de todo tipo, lo que queremos ahora aquí es resaltar el existir de un ser humano culto, docente universitario, con sensibilidad social y con conciencia de la dignificación y de la mejora del pueblo de que formaba parte, que, en su labor docente e investigadora, difundió para todos un conocimiento consciente, marcado –su persona y talante desprendías tales aspectos– por la sencillez, la accesibilidad, el equilibrio, la entrega sin alharacas, la humildad (ese espíritu franciscano que tan asimilado tenía), y esa disponibilidad en la que, según el escritor judío-egipcio-galo Edmond Jabès, sigue estando la salvación del ser humano y de la sociedad de que forma parte.

Descanse en paz Ángel Infestas.

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