La antigua iglesia de Porqueriza ya solo es el recuerdo de un pasado con vida, entre cuyos vetustos muros hoy solo habita el silencio y la soledad. El viejo templo hace décadas que se quedó vacío de almas.
Recostada junto a la carretera que parte desde Villarmayor hacia Calzada de Don Diego a través de La Mata de Ledesma, la antigua iglesia de Santa Marta de la localidad de Porqueriza observa impertérrita el paso de los contados vehículos que transitan por dicha carretera, sin pararse a observar sus heridas, abiertas bajo un tejado que hoy ejerce de suelo.
El paso de los siglos y la casi total despoblación del núcleo poblacional de Porqueriza (que aunque surgido en época medieval, siempre fue humilde en habitantes), acabaron por sumir en el abandono a su viejo templo parroquial, al cual hace décadas que no acuden ni el párroco ni los feligreses.
En su interior, hoy apenas sobreviven como una huella de su pasado los vetustos bancos de madera y el altar, cuyas superficies hoy son acariciadas por los restos de la techumbre del templo, caída sobre ellos para permitirles ver las estrellas cada noche ante el abandono de sus fieles.
A su lado, cerrando uno de los lados de la iglesia, la vieja espadaña, que antaño llamaba a sus fieles a la oración desde su campanario, aún se yergue altiva sobre el conjunto de la vieja iglesia, como queriendo observar desde su parte más alta lo que ocurre en el entorno para susurrárselo a la parte más baja del templo, que no se puede asomar a verlo.
En el interior del antiguo templo ya no quedan santos, hace tiempo que Santa Marta se fue de la iglesia de Porqueriza al ver que ya no la custodiaba el párroco, ya no quedaban fieles sentados en los bancos que la observasen para encomendarse a ella buscando su manto de protección.
Y es que, abandonada en una olvidada localidad semidespoblada en la zona donde se dan la mano la Tierra de Ledesma y el Campo Charro, hoy la antigua iglesia de Porqueriza solo es el recuerdo de un pasado con más vida, y entre sus vetustos muros, que aún resisten ya sin la protección del tejado, hoy solo habita el silencio y la soledad. El viejo templo hace décadas que se quedó vacío de almas.