De padres salmantinos, lo joven ya se ha hecho un hueco en el mundo del flamenco, coreografiando a grandes artistas
Triana Ramos es sinónimo de arte, de pasión y sentimientos en términos de flamenco. Lleva el flamenco en las venas desde que nació, un arte que se ha inculcado en su casa desde siempre. Con 25 años es una de las grandes figuras y promesas del flamenco en España y le gustaría coreografiar alguna Super Bowl.
Su sueño era vivir de lo que realmente la apasiona, y lo ha conseguido. De padres salmantinos, aunque nació en Talavera de la Reina se siente charra. Su madre era de Salamanca y su padre, fallecido, descendía de la localidad de Ciudad Rodrigo.
Triana, cuéntame tu vinculación con Salamanca.
Sí, tengo una vinculación familiar y sentimental que es muy especial. La familia por parte de mi madre es de Salamanca y por parte de mi padre son de Ciudad Rodrigo, con lo cual, claro, donde tengo mis verdaderas raíces, donde siento que mi tierra es ahí, en Salamanca. Tengo muchísimos recuerdos, sobre todo con mi familia. Yo nací en Talavera de la Reina, pero al final mi familia, quitando a mi madre y a mi padre que en paz descanse, están en Salamanca. Entonces claro donde yo tengo mis recuerdos con la familia, está ahí, en Salamanca, y en especial en Ciudad Rodrigo.
¿Vienes muy a menudo?
Siempre que puedo, porque mis abuelos aún viven en Ciudad Rodrigo, mi tío también, está en Miróbriga con ellos por lo cual siempre que puedo me escapo para ir para allí. Además, Ciudad Rodrigo es un pueblo precioso y con muchísima historia, la cual, bueno, mucha gente desconoce.
Eres bailaora y coreógrafa profesional, ¿cómo fueron tus inicios en el mundo de la danza y del flamenco?
Pues la verdad que yo quería estudiar, eh (ríe). Yo quería estudiar una carrera en la universidad, concretamente Derecho, y cuando me enteré de la cantidad de cosas que había que estudiar, dije, no, no, no, esto no es para mí, no hay ninguna manera. Entonces, cuando llegó el momento de estudiar bachillerato, yo entré en el bachillerato artístico-musical y estando allí me di cuenta de que lo que verdaderamente a mí me movía dentro, lo que me a mí me llenaba y me sigue llenando, con lo qué me siento plena y verdaderamente libre: con la danza. Así que a los 18 años senté a mis padres y se lo dije, papá, mamá, yo quiero bailar. Yo empecé a bailar con dos años y me saqué la carrera de danza española de Flamenco por una asociación privada en Madrid. Pero yo llevo toda mi vida formándome.
¿Qué sientes cuando te subes a un escenario?
Siento lo que siente cualquier artista con sensibilidad y que verdaderamente disfruta lo que hace. Y es que mientras estás creando arte, no existe nada, no existe el público, no existen los aplausos, no existe absolutamente nada. Cuando bailo, nada existe, ni siquiera yo.
Me imagino que también para eso, además de la formación que has recibido, has tenido referentes.
Totalmente, al final, mis mayores referentes en lo profesional y en la vida son y serán siempre mi padre y mi madre, que son los que más me han enseñado de forma directa e indirecta.
Además de bailar ahora, coreógrafa, ¿Cómo se elabora una coreografía?
Lo primero que hago es escuchar la música y si estoy coreografiando para mí, simplemente siento que me está contando, lo que quiero contar yo con esta música. Yo puedo querer contar una historia, pero si la música no me está acompañando en absolutamente nada con lo que quiero contar no tiene sentido. En cambio, si coreografío para artistas les escucho, les para saber cuál es su naturalidad y en base a ello, les coreografío.
¿En cuál de las dos facetas te sientes más cómoda?
La verdad es que disfruto muchísimo las dos, pero ahora mismo estoy en una etapa que la coreografía me llama más.
Has coreografiado a muchos artistas, como Rosalía o David Bisbal, ¿Cómo es trabajar con artistas mundialmente conocidos?
Es muy exigente, autoexigente. Al final sabes que tu coreografía va a ser juzgada, aunque si te soy sincera, no me preocupa mucho lo que pueda decir la gente, más bien lo que me preocupa verdaderamente es que al artista con el que estoy trabajando en el momento le guste lo que estoy haciendo y se sienta cómodo.
¿Con quién te gustaría trabajar ahora mismo o en un futuro cercano?
Me encantaría trabajar con Naty Peluso, o Lola Índigo, De La Fuente, Omar Montes… Estos artistas me gustan porque creo que entran en mi personalidad, en mi mood actual y creo que podríamos hacer cosas muy interesantes.
El flamenco es un baile tradicional, ¿no se le da el valor que tiene o está un poquito olvidado a lo mejor?
Olvidado no, pero creo que al final esto es como todo. Si tú te creas en un ambiente flamenco, tu naturalidad va a ser flamenca. Y si no te crías en un ambiente flamenco es más complicado, que estés en contacto con el flamenco. Pero no creo que esté olvidado, pero sí creo que no se le da el valor que verdaderamente tiene. Es un arte súper rico, súper profundo, con muchísimos años de historia y creo que la gente eso lo desconoce.
¿Qué mensaje le lanzarías a los jóvenes que quieren dedicarse a ello profesionalmente? ¿Se puede llegar a vivir del flamenco?
Por supuesto que se puede llegar a vivir del flamenco, pero para ello tienes que crear un sello propio. Eso es un trabajo de muchísimos años, de mucha profundidad. Reflejarte en los demás, de aprender de los demás, de tener referentes, pero no querer imitar. Siempre ser tú y crear tu propia personalidad. Al final las comparaciones son odiosas y quién va a querer ver una imitación si ya está en original.
Por último, Triana, ¿qué mensaje le lanzas a nuestros lectores?
Siento una envidia muy sana de todos los que han tenido la suerte de nacer en esa tierra charra, bella, con tantísima historia, con una gente tan, tan, tan cálida, siendo una tierra tan fría (ríe). Es una gente muy llana, muy normal y que a día de hoy eso es muy difícil ser normal y bueno, que les mando un abrazo enorme que me encanta Salamanca y que voy mucho porque me encanta y es muy especial para mí.