Solo al costado del camino encontramos espacios despejados, como si hubieran sido dispuestos para la luz de la luna.
Yu Hua
La esfera de Pascal probablemente nunca ha dejado de resultar una figura válida para representar la dimensión más plena de la realidad humana... Quizá, las situaciones de nuestro entorno resultan de una miseria acentuada. Son muchos los lugares cuyas condiciones materiales no se comparan con mis circunstancias actuales cuando redacto la columna al amparo de un café y un postre.
Si el hombre de Vitrubio ofrece una imagen en concordancia con la armonía del diseño del universo, nosotros en cambio nos debatimos en una representación gráfica muchas veces sin ton ni son... A la competencia, entonces, de la diosa Nike de la victoria, yo enfrentaría el significado de una palabra como “acendrado”, en su sentido de conducta moral responsable.
La competencia nos lleva a alejarnos de las personas, en tanto que la lucidez de un espíritu alerta y sensible irrevocablemente nos lleva a su encuentro. La felicidad del triunfo, por consiguiente, queda por debajo de la serenidad del entendimiento mutuo y el crecimiento compartido. La esfera de Pascal, así, consigue encontrar su centro en todas partes y su circunferencia en la apertura al devenir.
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Mi voz yo la cultivo en el adentro
del huerto donde siembro para el alma
la calma de un verso malsonante
constante en su modo de esconderse.
Lo grande lo disfrazo de pequeño
y torno en el dolor mi ceño blando
manando de mi noche para el día
la vía de un camino recogido.
Volverse el escogido de la vida
nos lleva a la subida de una cumbre
que toca con su lumbre el espíritu.
Y arde en el ímpetu la mística
herida en el deseo de la esfera
que espera nuestro sí para abarcarnos.
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