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TOROS
Actualizado 09/11/2023 10:53:40
Toni Sánchez

El torero de Espartinas, uno de los triunfadores de la temporada, explica la importancia y trascendencia que ha tenido Salamanca en el resurgir de su carrera.

A las seis de la tarde, hora del paseíllo en muchas plazas de toros, hace su aparición en el Museo Taurino de Salamanca el torero sevillano Borja Jiménez. Es, sin duda, uno de los nombres propios de la recién concluida temporada. Su salida en hombros por la Puerta Grande de Las Ventas (Madrid) el pasado ocho de octubre tras cortar tres orejas a la corrida de Victorino Martín no hace sino refrendar el gran momento que atraviesa. El mejor de toda su carrera.

En ese resurgir del sevillano desde el más absoluto ostracismo ha sido clave Salamanca. Fue hace apenas un año cuando Borja Jiménez decidió poner rumbo a tierras charras para, de la mano del salmantino Julián Guerra, dar un giro radical a su situación. Y vaya si lo ha hecho. Ha pasado de no torear apenas nada a partir como uno de los toreros con los que se debe contar sí o sí para la confección de todas las ferias de 2024. El propio torero analiza para SALAMANCA AL DÍA lo que ha sido su temporada y su idilio con Salamanca.

- Borja, repasando tu temporada, es clave al inicio de la misma tu incursión en la Copa Chenel y tu gran papel en la misma.

- La Copa Chenel ha sido fundamental y lo que me ha dado a conocer a muchos profesionales, así como refrendar lo que se venía hablando de mí durante el invierno. A raíz de esos festejos se vio que podía ser alguien en este mundo. En esas corridas sale un toro muy serio, muy exigente, y se pudo ver que yo podía con ese tipo de toro de plaza de primera. Ha sido el primer gran paso de esta temporada y el que me abrió las puertas de plazas como Madrid, Sevilla o Pamplona.

- Y como dices, gracias a eso llega tu confirmación en Las Ventas en una fecha tan señalada como el Domingo de Resurrección.

- Yo tomé la alternativa en Sevilla un Domingo de Resurrección y confirmar en esa misma fecha fue muy especial y muy importante para mí. Sin llegar el triunfo rotundo, se pudo atisbar algo de lo que podía ser mi temporada y además se vio que pude estar a gusto con dos toros que no fueron fáciles. El público me respetó mucho desde el primer momento, lo que agradezco muchísimo. Madrid ha estado muy conmigo desde mi primera tarde, que al final han sido tres gracias a la confianza depositada en mí por parte de Plaza1.

- Tampoco llegó ese triunfo en forma de orejas en Pamplona frente a una corrida muy complicada de José Escolar, pero la dimensión que diste fue para tener muy en cuenta.

- Ese ha sido el punto de inflexión del año. Podía haber cortado tres o cuatro orejas, pero ha sido el lunar a mi temporada, perder triunfos claves por la espada. Aún así fue cuando de verdad empecé a reafirmar que estaba dispuesto a querer ser alguien en el toreo. Todo el mundo ha visto que quiero ser alguien en el toro. Fue una tarde clave frente a una corrida muy dura, de tirar la moneda al aire en todo momento, y gracias a Dios salió cara. Además agradezco a la Casa de Misericordia por haber confiado en mi pese a quizá no haber dado aún motivos suficientes para ponerme en San Fermín.

- Tras una actuación muy destacada en verano en Las Ventas con la corrida de Robert Margé, en la que la espada te priva nuevamente del triunfo, llega la tarde del 8 de octubre frente a los toros de Victorino Martín.

- Esa tarde fue el cúlmen a mi temporada. Se estaba resistiendo ese gran triunfo pero ese día fue la explosión definitiva. Desde que empecé la tarde tuve las ideas muy claras de lo que tenía que hacer. Nunca había toreado toros de Victorino Martín y había que lanzar la moneda al aire igual que hice en Pamplona con la de Escolar. Días antes de torear en Madrid estuve tentando en la ganadería de Victorino y era lo único que había toreado de esa ganadería. Supe que tenía que ponerme de verdad y que tenía que estar muy entregado porque esos animales exigen muchísimo.

- ¿A qué sabe una Puerta Grande en Las Ventas?

- Sabe a gloria. El otro día en casa comentaba que después de tantos años parado y toreando tan poco, un olé de Madrid esa tarde recompensa todos esos sinsabores. Fue de una emoción tremenda. Volvería a esperar otros seis años para ver la plaza entregada así. Se me saltaron las lágrimas tres veces toreando durante la tarde porque se veía tanta pasión y tanta entrega por parte del público… Además, cuanto más me entregaba yo, más se entregaba el público. Fue una tarde que quedará para mi historia y seguramente también para la de Las Ventas.

- Y días después de ese gran triunfo, con la expectación por las nubes, entras en Sevilla en un festival sustituyendo a Morante de la Puebla.

- Fue una recompensa a mi temporada y se palpaba en el ambiente una expectación importante. Estaba todo el mundo esperando a ese Borja Jiménez que había triunfado en Madrid. Llegó un punto en el que sentía una presión enorme, a pesar de ser un festival. Quizá me presioné más ese día que en cualquier otro festejo de este año. Gracias a Dios el toro de Domingo Hernández embistió y pude estar muy a gusto. Me pidieron las dos orejas y fue otro paso adelante muy importante, además toreando con las figuras del toreo, que es donde quiere estar uno.

- En toda esta evolución de la que hablamos es clave la figura del salmantino Julián Guerra. ¿Cómo comienza tu relación con él?

- Julián ha sido clave en mi carrera y en mi vida. Llevaba unos años entrenando con mi hermano y José Luis Peralta, pero llevaba desde 2017 sin apoderado. Después de la pandemia empecé a torear mucho en el campo gracias a la confianza de los ganaderos. Conocía a Julián en un tentadero en Aldeanueva unos días antes de torear en Sevilla el año pasado. Fue de los días que a uno le salen las cosas bien de verdad en el campo y Julián me comentó que le llamó la atención verme tan preparado y tan apasionado. Él es un apasionado y le entré por los ojos. Después de torear la corrida de Sevilla el primero que me llamó fue él y me dijo que me viniese para Salamanca porque me veía potencial. Estuve todo el verano viniendo y me instalé aquí sin que me apoderase todavía. Entrenaba a diario con él en una rutina con la que él quería ver en primera persona el fondo que yo tenía y la implicación que yo tenía hacia la profesión. La Casa Espartaco me enseñó a tener esos valores de respeto hacia el toro y hacia la tauromaquia. A raíz de verme día tras día, Julián decidió apoderarme y me abrió las puertas de su casa, al igual que Ventura Charro y su mujer Carmen. Así empieza nuestra historia.

- ¿En qué te ayuda Julián Guerra profesionalmente?

- Entrenamos mañana, tarde y muchas veces noche. Hay días que nos dan las dos de la mañana porque algún gesto técnico no está funcionando. A base de repetir una y otra vez vamos puliendo defectos. Hemos llegado a torear hasta ocho horas de salón cada día. Cuando una persona está así de entregada contigo, te ayuda a crecer y evolucionar como torero.

- Por lo que me cuentas, se podría decir que aparte de ser dos apasionados, sois dos locos de esto. ¿No llegan a chocar vuestras personalidades?

- He vivido con esta exigencia desde que tengo diez años cuando entrenaba con el padre de Espartaco. Él sí que me apretaba y me arreaba de verdad con las novilladas y en el campo, así que eso lo he mamado desde pequeño. Que Julián me exija tanto no me ha chocado, es más, lo he agradecido. Veo reflejado a Espartaco padre en Julián. Lo fácil desde fuera es criticarlo porque la gente no está acostumbrada a eso, pero si exige es porque quiere que mejore, y además lo hace en base a unos conocimientos técnicos y artísticos.

- ¿Cómo te ha influido estar lejos de tu casa?

- Hay veces que uno tiene que salir de su zona de confort. El dejar de entrenar y convivir con mi hermano las veinticuatro horas del día es lo que más me ha chocado. Salamanca me ha tratado como a un salmantino más. Estoy muy cómodo aquí, tanto a nivel profesional como personal. Pero el frío lo llevo un poco mal… (risas).

- ¿Qué diferencias notas con Sevilla a nivel profesional?

- Se vive mucho el toreo en ambas ciudades y se asemeja mucho que hay muchos profesionales que viven día a día por y para el toro. Parece que pudiese haber más diferencias, pero no las hay.

- Imagino que algún día, ojalá dentro de mucho, tu vínculo con Salamanca se perderá, pero esta ciudad siempre tendrá un huequito en tu corazón.

- Espero que no se cierre nunca mi vínculo con Salamanca porque ha hecho que cambie mi carrera y se dé la vuelta a la situación profesional que tenía.

- Para finalizar, si hablásemos nuevamente dentro de un año, ¿qué te gustaría que hubiese sucedido durante este tiempo?

- Me gustaría que hablásemos de que he sido feliz durante toda la temporada. Toreo porque me siento feliz y realizado haciéndolo. Esta profesión es algo vocacional, de pasión y de entrega. Me gustaría contarte faenas y ser feliz mientras las recordamos. Lo más importante cuando uno se quita el traje de luces es poder dormir tranquilo porque uno sabe que se ha entregado y ha dado el cien por cien en la plaza.

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