OPINIóN
Actualizado 09/11/2023 08:02:34
José Luis Puerto

Nos acude el sintagma como anillo al dedo, para nombrar la realidad que vivimos, que sufrimos, en este tiempo presente.

Celtas Cortos, la banda de rock vallisoletana, publicaba en 1996 el álbum significativamente titulado En estos días inciertos. Como los que hoy mismo estamos viviendo. Si es que la contemporaneidad no está marcada de continuo por la incertidumbre, por la ausencia de certezas de todo tipo, en estas sociedades líquidas que ya Zygmunt Bauman definiera.

En estos días inciertos, los “Malos y cobardes” (seguimos utilizando títulos de las canciones de los Celtas Cortos) matan inocentes, bombardean y exterminan a los niños, llenan de violencia las calles, cuando prefieren recurrir a la fuerza en vez de a la razón.

En estos días inciertos, “El emigrante”, los inmigrantes llegan día tras día a las Islas Canarias, jugándose el tipo, escapando de hambres, persecuciones, violencias, y en busca de un mundo y de una vida más dignos.

En estos días inciertos, “El ladrón de melodías”, los ladrones de melodías lanzan bombas sin ton ni son, masacrando a un pueblo, sin haber extraído la lección de que un pueblo que ha sido masacrado, que ha sufrido la terrible experiencia histórica el exterminio, no puede convertirse sin más –debido a unas autoridades insensatas– en dispensador de nuevas masacres.

Porque los ladrones de melodías roban la más hermosa melodía del mundo, que son los niños. De ahí que el poeta romántico alemán, en uno de sus aforismos más hermosos (que recogiera Juan Ramón Jiménez al frente de Platero y yo), dijera, de modo inspirado que donde están los niños hay siempre una edad de oro.

Esa melodía del mundo, esa edad de oro es la que está siendo arrasada, cuando a una sociedad, a un pueblo humildísimo y arrinconado en una franja, lo dejan sin sus niños, sin su melodía, sin su futuro, sin esa edad de oro que todos los seres humanos merecen.

En estos días inciertos, las autoridades que pueden poner remedio a las tragedias, pacificando, buscando treguas, erradicando las violencias irracionales, parecen llegar “Siempre tarde”, cuando no –como tantos y tantos ciudadanos– se convierten en una “Legión de mudos”.

En estos días inciertos, tenemos todos que entonar una melodía humanizada, con nuestro modo civilizado de estar en el mundo, con nuestras voces, con nuestra ejemplaridad, para parar esa violencia irracional y antidemocrática de nuestras calles; para silenciar y detener los bombardeos; para que los niños –los seres humanos más sagrados– nos devuelvan las “Ilusiones”; para que las “Cucharas” aparezcan en el espacio de las gentes que padecen hambre…

En estos días inciertos, “No nos podrán parar”, a quienes clamamos –que somos la gran parte de los seres humanos que habitamos en la tierra– por la paz, por el entendimiento, por el respeto, por el reconocimiento fraternal de los otros, por la tolerancia, por la cultura de estrechar las manos de todos y de ese abrazo universal y místico que propugnara el poeta peruano César Vallejo en su poema “Masa”.

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