Hace años, uno de nuestros políticos, dijo que con el tiempo Europa tendría que enfrentarse a un problema muy serio: la llegada masiva de migrantes. Esto ya no es una posibilidad, ni una sospecha, ni siquiera un problema, es un drama sin visos de cesar. Y España, por razones obvias, es uno de los países más afectados.
¿Podemos reprocharles algo a ellos?
En absoluto. Nadie deja su casa, su familia y su país para vivir una aventura tan peligrosa; lo hacen empujados por las guerras, el hambre y otras miserias. Y no son tontos precisamente los que luchan por defender su vida y sus derechos. Hacen lo que haríamos nosotros de vernos en su lugar. No hace falta mirar hacia atrás, tampoco pensar en los países que ya ni son portada de los periódicos, basta y sobra con fijarnos estos días en el pueblo palestino. Ante el horror de tener que morir siempre es preferible que nos maten los mares a que nos maten los gobiernos.
¿Estamos los españoles en contra de recibirlos o a favor?
Cada tercer día y el del medio llegan a las costas canarias pateras con cientos de personas. Unas llegan vivas, otras a punto de morir, no faltan las que no llegan ni vivas ni muertas: mueren en la travesía y sus ilusiones de conseguir una vida mejor acaban sepultadas en el mar. La situación se ha hecho insostenible. Canarias, como el resto de España, lleva años preparándose para recibir turistas, eventos deportivos, cumbres políticas, pero no para recibir migrantes pese a ver venir el problema. Ante la imposibilidad de poder atender a tantas personas el Gobierno canario ha pedido auxilio al Gobierno central y parte de los migrantes han empezado a ser trasladados a las comunidades peninsulares, entre ellas a la nuestra, y surgen las discrepancias. Unos políticos se quejan de la medida y relatan los problemas que estas personas pueden plantearles a los municipios: contagio de enfermedades, inseguridad ciudadana, etc. Otros aseguran que no hay que tener miedo porque son atendidos por los servicios sanitarios al llegar, y como personas que son, tienen derecho a ser acogidos. Total, lo de siempre: habla el signo político de cada cual cuando lo que deberían hacer es unirse para impedir que los ciudadanos que están a favor no se pongan en contra y conseguir que los que están en contra se pongan a favor, porque el drama, en lo que no se acabe con las guerras y los ciudadanos, que somos los que pagamos sus sofisticadas medidas de seguridad para evitarles peligros, dejemos de ser la moneda de cambio para ganarlas, lejos de menguar, va a crecer.