OPINIóN
Actualizado 03/11/2023 13:34:58
Manuel Rodríguez García Marogar

El maestro de fútbol, Arsene Wenger, escribía en 7 de noviembre de 2015 en “L’Equipe”. El mismo que, recientemente, se cuestionaba si no aceptar la oferta del Real Madrid en su día fue acertada o no.
Después de una entrevista con el diario francés, reconocía: "El único momento para ser feliz es el presente. Mirar el pasado siempre te hace arrepentirte y mirar el futuro sólo te genera ansiedad e incertezas. El hombre entendió esto rápidamente. Creó la religión para absolverse de lo que había hecho en el pasado y decirse a sí mismo que no se tenía que preocupar por el futuro porque él iría al cielo. Yo siempre tengo miedo de llegar tarde. O de no estar listo. De no conseguir lo que yo había planeado. La única manera de combatir al tiempo es no mirar atrás.

"La exigencia ha crecido desde que jugamos en el Emirates. La definición de "felicidad' es una lucha entre lo que tú quieres y lo que tú tienes. El ser humano siempre quiere cambios tan pronto como se producen. Siempre más. Siempre mejor. Cuando un aficionado del Arsenal ve que su equipo ha acabado 4° dice “hemos estado 20 años entre los 4 primeros, pero ahora queremos ganar la Premier”. A ellos no les importa que el City o el Chelsea se hayan gastado 400M€. La belleza de este deporte es que todos quieren ganar, pero sólo puede hacerlo uno. Hemos llegado a un momento en el fútbol muy peligroso. Sólo miramos al ganador sin fijarnos en su método o en los porqués".

"Definirse como un educador no tiene por qué ser opuesto a ganar. De ser así, ser un educador suena como un idiota. Pero la función principal del entrenador es educar. Una de las mejores cosas que tiene ser entrenador es poder influir positivamente en la vida de un hombre. Las calles están llenas de personas con talento, pero que, quizás, no han tenido la suerte de encontrar a alguien que tuviese fe en ellos. Yo puedo ser quien les facilite la vida y les dé una oportunidad a los jóvenes jugadores".

Son estados de ánimo, a tiempo pasado, es cuando uno también se plantea si se hizo lo correcto, lo necesario, lo oportuno… Yo fui entrenador “amateur” durante 12 años y mientras tanto aprendía a entrenar, a relacionarme con jóvenes, a practicar los métodos que podíamos desarrollar con 2 balones deshinchados y dos farolas de luz tenue. Por supuesto, eran épocas que nadie apostaba por ser profesional del fútbol de una manera decidida, se jugaba por la ilusión de jugar, aunque pocos estaban convencidos de sus posibilidades.

Yo mismo, con 16 años había sido seleccionado para la Selección Española Sub-20 – tampoco entonces había divisiones en las selecciones -, de hecho, por encima de la Sub20 solo existía la Selección principal. Y viajé a Holanda, a Den Bosch, jugando el “Torneo de la FICEP”, que ganamos. Buenos recuerdos, contrasté la oportunidad de compararme con otro nivel de jugadores que reforzó mi confianza a futuro. Sin embargo, no nos impregnábamos de la idea de futbolista profesional a futuro… Aquella perspectiva de los años sesenta y setenta, cambió pasándose a la otra acera porque, ahora mismo, si los niños le dan de uña al balón ya se creen que están para competir en las más altas Ligas del Universo, sobre todo los padres y su entorno lleno de voluntarismo…

Y tampoco es eso, tampoco es eso…

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