Por supuesto, no me interesa, no quiero hablarles del “Balón de Oro” por cuanto estos premios individuales, a pesar de las unanimidades, tienen un punto de “oscuridad” que muchos no compartimos. Por otra parte, para mí, esto no es fútbol. Es propaganda.
Por tanto, me perdonen los que disfrutan de esos fuegos fatuos. Yo quiero plasmar otros enfoques. Y tiro, como tantas otras veces, de personajes que para mí tienen “trascendencia”.
De ahí que me vaya a la figura de José Antonio Marina, como tantas otras veces digo es mi filósofo de cabecera, que en “El aprendizaje de la sabiduría” nos dice: “F.S. Elliot escribió: ¿Dónde está la sabiduría que se perdió con el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento? ¿Qué se perdió con la información?”. Y sigo transcribiendo ideas y reflexiones que a todos nos interesan, aunque no compartieran: “Para ser sabio no hace falta ni siquiera saber leer o escribir”, como dijera Platón.
Podemos seguir leyendo a Marina: “Dos modos de inteligencia, de entenderla – como uso y como estructura -. Tanto en la vida como en el juego se nos reparten unas cartas que no podemos elegir (Genéticas, sociales, económicas). Es evidente que hay cartas buenas y malas. No siempre gana quien tiene las mejores cartas, sino quien sabe jugarlas mejor”.
Y muy sabiamente, sorprende el razonamiento de Marina cuando asegura: “Si se consuela al niño que llora se le premia por llorar, con lo que se fomenta el berrido”.Claro que no podemos sustraernos a esa otra trampa que está ocurriendo a diario en los campos de juego y que los árbitros fomentan descaradamente: “El que no llora, no mama”. Por eso, los jugadores han llegado a una tramposa conclusión: “Para que me piten falta, o penalti, me tengo que tirar al suelo, con artificio, y gritando, gritando con dramatismo…!