OPINIóN
Actualizado 30/10/2023 08:02:00
Jesús Garrote

En una de las intervenciones de los lunes se inspiró una pregunta con ciertos tintes dramáticos. ¿ Pueden muchos pedacitos de educadores hacer una madre completa?. La sorpresa está en la respuesta rápida y convencida, una menor y una extutelada contestaron que sí, nos ha sobrecogido.

Intentamos estar al lado de chicas y chicos que no pueden ser convenientemente acompañados por sus familias. Por eso seguimos con nuestra pirámide inversa de dirección. Los que estamos en el equipo directivo seguimos teniendo atención directa y dando veinte horas de clase. Es una oportunidad de conocer la realidad de los chicos. Resulta más fácil encontrar gente para los papeles que para disfrutar en una clase con los chicos.

Yo considero que los educadores debemos ser humildes. Parece que nunca es suficiente la atención para que los chicos más desorientados tengan cambios relevantes en sus conductas que le permitan una buena vida.

Esta semana he podido intervenir en un máster de intervención con menores en la facultad de ciencias sociales. Las oportunidades que tengo para la formación de futuros educadores procuro hacerla con cortas exposiciones teóricas y una intervención práctica donde se aplican las herramientas técnicas a situaciones de vida reales.

Supongo que no se pueden sustituir los padres. Desde nuestro modelo constructivista sistémico y centrado en soluciones es perfectamente posible tener un equilibrio emocional con una familia extensa entre todo el equipo de educadores y compañeros de casa. Tenemos varios ejemplos de alumnos y exalumnos que nos consideran una referencia familiar en su vida.

Chicos y chicas que ya han conseguido rehacer su vida y son autónomos caminan con seguridad siendo útiles a la sociedad y construyendo sus propias familias.

Existe la multiculturalidad y también existen diversos tipos de familias que no tienen porque ser de árbol genealógico.

Tanto a educadores como a chicos les he visto y oído expresar un afecto y cariño sano y verdadero que permite una convivencia restauradora.

Por eso aunque conozcamos los diagnósticos de trastorno del apego u otros, no nos resignamos a profecías autocumplidoras.

Cuando hay vocación, sensibilidad y permeabilidad en la educación pueden establecerse puentes maravillosos entre educadores y chicos. Es distinta la relación con las hijas y con los alumnos pero en el caso de los educadores hay sinergias.

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