Inundaciones, incendios forestales en el sur de Europa, la subida del nivel del mar global, el calentamiento climático. La situación de las catástrofes medio ambientales sigue agravándose. Y necesitamos actuar. Teníamos que haber actuado hace muchos años. Pero no lo hicimos lo suficiente. Por eso todavía estamos luchando.
Tamara Lauth
Defensora de los Derechos Humanos
A finales de julio de 2022, la ONU ha reconocido el derecho a un medio ambiente «limpio, saludable y sostenible» como derecho humano universal. Es la primera vez en la historia de las Naciones Unidas que el medio ambiente recibe un reconocimiento universal. «Es un momento histórico», aclaró Michelle Bachelet, la ex alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «pero no basta con afirmar nuestro derecho a un medio ambiente sano». Hay que aplicarlo efectivamente y reducir las injusticias medioambientales.
El tema del medio ambiente fue mencionado por primera vez en la conferencia de las Naciones Unidas celebrada 1972 en Estocolmo, donde se estableció un marco de diálogo entre los países industrializados y los países en desarrollo. Desde entonces la lucha para que el medio ambiente sea reconocido como un derecho humano ha sido agilizado por varias ONG, pero se necesitó más de 50 años para que lográramos concienciar.
Con 161 votos a favor, ocho abstenciones y ninguna oposición, se puede observar una tendencia inequívoca, que implica un esfuerzo entre todas las partes. Aunque el esfuerzo requerido no es proporcional entre países. Hay estados sobre los que recae una responsabilidad más grande que otros. La desigualdad entre países industrializados y países en desarrollo es más sangrante, pues en realidad los primeros son los causantes principales y los segundos los que más lo sufren.
No es sorprendente que entre los países que se abstuvieron estuviesen, por ejemplo, China o Rusia. Según datos del Global Carbon Project, en el año 2020 el estado chino fue el causante número uno de las emisiones de dióxido de carbono mundial, con más de 30%.
Otro problema consiste en el hecho de que las decisiones y resoluciones de la ONU no son jurídicamente vinculantes. Los estados deberán cumplir con las normas, pero no hay una instancia independiente que pueda controlar o sancionar los incumplimientos.
Por eso se requiere un esfuerzo aún más grande, mayor unión, para realizar la adaptación de los acuerdos multilaterales y de la protección del medio ambiente, a la que todos los estados se han comprometido. Para que no sólo sea un mundo más saludable y sostenible, sino un mundo más justo para todas y todos.
Algunas ideas se pueden sacar de los promotores, que han propuesto la resolución. El texto fue originalmente presentado por Costa Rica, Malvinas, Marruecos, Eslovenia y Suiza. Siendo estos unos pioneros en la cuestión de sostenibilidad, justicia climática y preservación.
En Costa Rica, más de 90% de las energías producidas son renovables y en el sector del turismo ecológico constituye un ejemplo para los demás.
Pongamos por ejemplo a Marruecos: en el año 2008 ya declaró un plan para proteger el clima, reforzando a los granjeros para introducir cambios en su trabajo en el campo. Además, han quitado la subvención de la gasolina y están ampliando la energía solar.
El informe anual de las Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) acaba su balance con una impresión desilusionada. Según estimaciones y datos, se ve improbable llegar a los objetivos que se habían marcado en 2030. El cambio climático funciona como un multiplicador de crisis, pues la interacción compleja entre ellas produce nuevos desafíos.
En suma, reconocer el derecho a tener un medio ambiente saludable, sano y sostenible como derecho humano fue un primer paso, pero el desafío real es conseguirlo. Solo se puede alcanzar el objetivo con la cooperación multilateral entre estados, actores no gubernamentales, instituciones y la sociedad civil. Un esfuerzo conjunto que sería muy deseable y que, de todos modos, será inevitable.