OPINIóN
Actualizado 17/10/2023 07:32:08
Manuel Rodríguez García Marogar

Se imaginen una ciudad en la que las autoridades sólo hacen que poner señales de “Stop”, y ante el incumplimiento de los conductores dichas señales aumentan y aumentan. Lo que generará mayores incumplimientos y congestiones del tráfico. La fórmula resultará (+señales Stop=+ciudadanos incumplidores).

Hay en Tenerife-Sur unas ciudades con mucho tráfico al lado de las zonas marítimas. Curiosamente, allí el tráfico es muy ligero, rápido, con pocas incidencias. Y lo más notable es que existen pocas señales de “Stop” porque el tráfico se regula con “pasos de cebra” y, fundamentalmente, con rotondas sin semáforos ni pasos de peatones. El espíritu de “la rotonda” se acepta como un bien global cuando todo el mundo respeta las mismas normas y ceden la iniciativa al que le corresponde. Al principio, uno se asusta de aquella velocidad y fluidez, pero pronto descubre que es la mejor solución viaria. Y apenas existen policías para sancionar.

En el fútbol, en los saques de esquina, los dos equipos contendientes suelen defender muy intensamente hasta el punto de que los agarrones, empujones y atropellamientos físicos son una constante. Se producen entre 5 ó 6 faltas sancionables por cada equipo y nunca el árbitro se decide a pitar ninguna. ¡Ninguna! Como mucho, las faltas siempre las cometen los delanteros según el arbitraje al uso si se comprueban las estadísticas. Incluso el VAR nunca aparece en estas situaciones, es incomprensible la condescendencia con el incumplimiento del Reglamento en estas acciones tan repetitivas en un partido de fútbol. Por supuesto, el más perjudicado siempre será el equipo que más veces ataca al contrario.

Esta “prevaricación”, por acción u omisión, raya en la incompetencia arbitral, pero en estos casos nunca se pitan las faltas “a sabiendas”, con una permisividad inconcebible; lo que representa un lamentable proceso de degeneración operativa, me atrevo a asegurar que de corrupción permanente. Y lo más lamentable es que los jugadores, los entrenadores, los periodistas, y todo el entorno futbolístico, se han acostumbrado a esa dejadez e incumplimiento de las Reglas. ¿Para qué se han implantado en las ciudades las limitaciones de 30 kilómetros x hora? ¡Pues para incumplirlas porque nunca llegan las sanciones…! Y esta es la misma cuestión en los saques de esquina en un partido de fútbol. Cuestiones tan increíbles que ocurren todos los domingos y en todos los partidos, incluso más difíciles de entender que el caso Negreira haya prevalecido durante 20 años.

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