Niña preciosa,
llevas
en tu sombra
el perfume
alado
de las rosas.
Niña bonita,
tienes
en tu boca
la sencillez
deslumbrante
de la margarita.
Niña serrana,
posa
en tu cara
el brillo
destellante
de la porcelana.
Niña valiente,
luce
en tu alma
la fuerza
inusitada
de un torrente.
Niña torera,
meces
en tu cintura
los colores
bordados
de la primavera.
Niña morena,
duerme
en tu pelo
el fulgor
eterno
de las estrellas.
Niña lucera,
cimbrea
en tu cuerpo
el vaivén
permanente
de las palmeras.
Niña risueña,
reposa
en tu mente
la fortaleza
perenne
de una cigüeña.
Niña alada,
descansa
en tu alma
un mar
repleto
de agua salada.
Niña serena,
firma
en tu aroma
el olor
refrescante
de la hierbabuena.
Mercedes Sánchez